Testimonio de una voluntaria en la acogida de los que llegan en los trenes especiales.
Otra noche. Lágrimas. Andén 5 donde se mezclan lágrimas, tristeza, sentimiento de impotencia. Esta noche permanecerá conmigo hasta el fin de mi vida. Nosotros, los voluntarios del andén 5 estamos y siempre estaremos, incluso en situaciones como las de hoy. Han llegado 150 niños de un Centro-hogar de pequeños en Ucrania. Había que cambiarlos, alimentarlos, acariciarlos y abrazarlos. ¿¿¿Alguien puede decir que no somos necesarios???
Y algo más.
Seguimos en este ambiente difícil, tenso para todos. En casa todas siguen con sus trabajos y responsabilidades. Las que están en las escuelas también viven la situación en directo, pues se van “integrando” niños y jóvenes de Ucrania y necesitan atención, acompañamiento. Hay campañas de ayuda con alimentos, ropa y en ello colaboran en sus centros e igualmente siempre que algo es necesario en nuestra parroquia.
Varias familias de aquí han acogido a otras e intentamos ver sus necesidades y ayudarles. Ya el sábado la parroquia comienza con encuentros recreativos y culturales para los niños, con la posibilidad para las mamás de encontrarse en otra sala, resolver sus situaciones, descansar y tomar algo. No sabemos cuántos serán y ya hemos ofrecido nuestra sala, si fuera necesario por el número. Especialmente los jóvenes voluntarios y los grupos de la parroquia están colaborando con entusiasmo.
Tanto Caritas de la diócesis como la Fundación están muy agradecidos por todas las ayudas que habéis enviado y me lo han repetido. Las necesidades son muchas, pero se saben apoyados. Todos piden y pedimos que sigáis ayudando también con la oración para que cese la guerra y tantas muertes y sufrimiento.
Un saludo de las misioneras claretianas de Varsovia