CARTA DESDE INDIA

Queridos amigos:

Llevo desde el 27 de julio en la India y no me resisto a escribiros unas letritas, “como en los viejos tiempos”.

He venido con mi hermana Thushari, secretaria general de la congregación, para pasar visita pericial de Economía y Secretaría a la Delegación de Asia Sur. Este organismo comprende dos países: India y Sri Lanka, en cada uno de los cuales tenemos tres comunidades.

Después de un año en Roma, visitar la India me ha supuesto experimentar una explosión de sentimientos, recuerdos… es fácil dejar fluir los sentidos y maravillarse ante tanto colorido, olores específicos, sonidos diferentes…

La vista queda continuamente impresionada ante tantos colores que se ven en algunos edificios hindúes, así como por la vestimenta de las mujeres, que suelen llevar sarees y shuridars preciosos. Incluso los jardines de algunas de nuestras casas son una maravilla que alegran la vista…

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Es imposible no percibir los típicos olores del país, provenientes la mayoría de las veces de las especias y también de la naturaleza.

He saboreado tantas cosas ricas… desde frutas diversas hasta los típicos platos de aquí. No obstante, he de confesar que yo he comido la misma comida que mis hermanas, pero non-spicy, sin picante, por aquello de cuidar mi estómago para no enfermarme durante el tiempo que esté aquí.

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Igualmente he disfrutado a través del oído. Cuando estuve en Mysore, el idioma que escuchaba era el kannada; sin embargo, aquí en Buti Bori se habla el hindi. Y si hubiera ido a la zona de Tamil Nadu, hubiera escuchado el tamil. Por tanto, en estos días he celebrado eucaristías en kannada, en hindi y también en inglés, lógicamente. Me ha encantado escucharlos hablar en esas lenguas, ¡aunque no haya entendido nada!, pero, sobre todo, he disfrutado escuchando los cantos en kannada y en hindi. No hacía falta entender la letra para dejarse transportar y entrar en contacto con la divinidad.

Salvando las diferencias, muchas de estas cosas me han recordado a Marruecos, especialmente los colores, los olores, los sonidos, las llamadas a la oración de los musulmanes que cinco veces al día escuchaba cuando estuve en Nirmala Nivas, el comer con las manos en vez de usar cubiertos, el descalzarse para entrar en la capilla y también en las casas de la gente…

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También ha habido cosas que me han recordado mucho a República Dominicana, especialmente ciertos paisajes, los sembrados de caña de azúcar, las vacas en la calle comiendo basura, la forma de algunas casas, la manera de vivir… y la pobreza, que en realidad es la misma en todas partes, aunque con rostros diferentes.

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He conocido nuevos personajes, como es el caso de los monos que hay en la comunidad de Antonia París Nilaya, que se dedican a estropearnos la venta de cocos y a jugar con la ropa del tendedero…

Ha sido emocionante usar el three-wheel por la ciudad, una especie de “taxis” que te llevan a cualquier parte por un módico precio. Eso sí, la sensación es la de ir en los “coches choque” de la feria, porque van como locos, esquivándose unos a otros y aprovechando cada hueco minúsculo para pasar, independientemente de que haya carril o no. ¡Toda una aventura!

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De todo, por supuesto, lo mejor está siendo la posibilidad de conocer a cada una de las hermanas de este organismo, compartir con ellas, conocer sus apostolados… Es un auténtico regalo. De igual manera, me ha encantado conocer a los hermanos claretianos de aquí, especialmente los que viven en Bangalore, Sanyasa y Buti Bori. Todos se han mostrado muy cercanos y acogedores.

Lógicamente, también estoy teniendo la posibilidad de conocer cada uno de los proyectos sociales que se desarrollan en la India, la mayoría de los cuales son apoyados por KORIMA. En concreto, tanto en la comunidad Antonia París Nilaya (situada en Naguvanahalli) como en la de Nirmala Nivas pude conocer a los niños que participan de los Tuition Center. En ambos lugares los niños pertenecen a familias muy necesitadas, y acuden diariamente a nuestra casa por la tarde, de lunes a viernes en Naguvanahalli y a sábado en Nirmala Nivas, para recibir clases de refuerzo escolar.

Además de las hermanas, en el de Antonia París Nilaya hay una profesora, Miss Impana, y en el de Nirmala Nivas hay una profesora, Mrs. Fátima, y un profesor, Mr. Mohammed Maaz.

La historia de este chico me fascinó. Resulta que él fue, hace años, uno de los niños que acudían al Tuition Center. Le pedí que me escribiera una carta contando su experiencia y lo hizo encantado. La tituló “Del esfuerzo al éxito” y en ella dice lo siguiente:

“Estoy encantado de compartir mi viaje, una conmovedora historia de transformación, desde ser estudiante hasta convertirme en profesor en el mismo centro de enseñanza que motivó mi crecimiento.

UN HUMILDE COMIENZO: Aún recuerdo mis primeros días como estudiante en este centro, lleno de incertidumbre y dudas. Pero el ambiente de apoyo y la dedicación de las hermanas y profesores me ayudaron a descubrir mi potencial. Su orientación y aliento encendieron una chispa dentro de mí, impulsándome hacia el éxito.

LIBERAR MI POTENCIAL: Este centro de enseñanza se convirtió en mi segundo hogar, durante los 5 años que estuve encontré consuelo, apoyo y motivación para mi futuro, los profesores y las hermanas creyeron en mí incondicionalmente, me ayudaron a superar los obstáculos y empecé a sobresalir académicamente.

Mi viaje ha cerrado el círculo y agradezco la oportunidad de devolver algo a la comunidad que me formó. Estoy muy orgulloso de formar parte de este centro de enseñanza.

DE ESTUDIANTE A PROFESOR: Mi trayectoria es un testimonio del poder de la dedicación, el trabajo duro y el apoyo adecuado. Espero que esto inspire a los estudiantes a perseguir sus sueños y anime a las hermanas a seguir teniendo un impacto positivo en esta sociedad.

Me enorgullece formar parte del legado de este centro de enseñanza y ayudar a las generaciones futuras a alcanzar el éxito. Gracias”.

Como veis, un testimonio muy bonito. Y las otras dos profesoras también desarrollan su labor, al igual que las hermanas, con mucha dedicación. En Nirmala Nivas, además de darles refuerzo escolar, se les ofrece cada día una merienda, materiales escolares cuando lo necesitan e incluso a veces medicinas.

Lo único que me preocupa es el espacio del que disponen para tener las clases, puesto que, al estar al aire libre, cuando llueve o hace frío se complica todo. En Naguvanahalli hay 22 alumnos, de entre 4 y 15 años, y se va a solucionar pronto el problema porque tienen aprobado un proyecto para construir una sala multiusos; van a empezar ya este mes la construcción, puesto que acaba de llegar el último permiso por parte del ayuntamiento.

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Sin embargo, en Nirmala Nivas lo tienen más complicado. Tienen distribuidos 40 niños en tres grupos, por edades y niveles, pero solo hay una pequeña habitación disponible para uno de los grupos, por lo que los otros dos tienen que estar fuera. Todo se solucionaría pudiendo techar un pasillo que hay, pero aún hay que conseguir el dinero para poder hacerlo. Ojalá tengan suerte y lo consigan…

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Por otra parte, las hermanas me han estado contando sobre el proyecto que se presentó para ser desarrollado en Erachakulam. Este proyecto pretende ayudar a personas ancianas que viven en condiciones de extrema pobreza, en casas en las que entra el agua cada vez que llueve y con pésimas condiciones de salubridad. Algunos de ellos tienen hijos, pero estos viven lejos y están totalmente desentendidos de sus padres. Las hermanas les han estado ayudando llevándoles comida y medicinas básicas, a veces incluso llevándolos al hospital cuando se han encontrado muy mal. La pena es que acabamos de cerrar la comunidad que teníamos allí y, por tanto, esta pobre gente queda incluso sin esta mínima ayuda. ¡Que Dios los proteja!

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Bueno, creo que va llegando la hora de poner fin a esta carta. Podría contaros muchísimas cosas más porque estas dos semanas y media que hemos estado aquí han dado para mucho. Pero quizá sea en otra ocasión. Esta noche la pasaremos viajando a Sri Lanka y estoy segura de que allí nos esperan también muchas cosas bonitas por vivir. Cuento con vuestra oración.

¡Namaste!

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana

 

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