CARTA DESDE MANOGUAYABO

Batey Bienvenido, Manoguayabo, 7 de julio de 2018

¡Hola a todos!

Espero que os encontréis bien, supongo que muchos disfrutando de las vacaciones.

Por aquí ya también han dado vacaciones en las escuelas y nosotros, por supuesto, en la escuelita de alfabetización. Como os conté en mi última carta, tal como estaba previsto, los niños hicieron sus exámenes, los padres vinieron a recoger las notas y, por último, cerramos el año con broche de oro y nos fuimos a pasar un día a la playa.

La verdad es que todos disfrutamos mucho. La playa donde estuvimos es muy bajita, por lo que no había peligro para los niños. Ninguno de ellos había vivido esa experiencia, así que iban emocionaditos. Excepto cinco minutos que salí para comer algo, y otros diez en los que me tuve que dejar enterrar en la arena, el resto del tiempo me lo pasé en el agua, jugando con ellos. una gozada, la verdad, y todos quieren repetir el próximo curso.

El proyecto “Son Nuestros Hermanos” sigue adelante con su cotidianeidad, visitando a los enfermos, llevándoles mensualmente las medicinas que necesitan y repartiendo alimentos entre la gente más vulnerable del batey. En este momento estamos atendiendo con comida a 34 familias.

Y el proyecto “Sin Papeles No Soy Nadie”, como siempre, a tope. Cada lunes y cada sábado por la tarde atiendo en el local que alquilé una media de 60-80 personas. Unos vienen para declarar a sus hijos, otros para declararse ellos mismos, otros para conseguir su pasaporte… Todos los jueves lleno una guagua de gente que necesita hacerse el pasaporte y nos vamos bien tempranito a la embajada de Haití. Bueno, excepto esta semana, porque en vez de una guagua, ¡llené dos! El motivo es que este martes salgo de viaje y ya no voy a seguir atendiendo gente hasta finales de julio, así que no quise dejar atrás a ninguno de los que ya estaban listos para hacérselo. Con estos que llevé, ya son 232 pasaportes los que hemos hecho, una cantidad nada despreciable, ¿verdad? Y nada de esto sería posible sin vuestra ayuda, así que, una vez más, ¡gracias a todos los que aportáis a KORIMA algo de lo que tenéis! Por lo demás, hay un par de cosas tristes que han ocurrido en estas semanas. La primera, un incendio. Un lunes por la noche estaba volviendo del local a casa cuando, en la calle antes de llegar a la mía, vi que había mucha gente. Al acercarme y preguntar descubrí que tres casitas de madera que estaban en un solar habían salido ardiendo. No había luz en ese momento (recordad que aquí nos dan solo tres o cuatro horas de luz al día), por lo que la gente se estaba alumbrando con velas, como es habitual. Pues una prendió lo que fuera y el fuego no se hizo de rogar. Las personas que había dentro de las casas salieron rápido y no hubo heridos de gravedad, pero absolutamente todas sus pertenencias desaparecieron en “la candelita”. Otros no estaban en casa, concretamente dos hombres que trabajan de vigilantes nocturnos en una fábrica. Imaginaos lo que debe ser llegar a tu casa y no encontrar nada, o que te llamen y te den semejante noticia. Los dos tenían dentro sus documentos, aparte de todas sus pocas posesiones, por lo que, de pronto, no sólo no tienen absolutamente nada, sino que vuelven a ser indocumentados. Ya les estoy sacando un extracto de nacimiento en Haití para que al menos tengan algo.

Por otra parte, esta semana han llegado los resultados de unos análisis que se enviaron a Estados Unidos, del marido de una persona muy cercana a mí. Fue su hija la que los recogió y no fue capaz de dar la noticia a su madre, así que me tocó a mí decirle que su esposo tiene cáncer. Un trago nada fácil, la verdad, y aunque no es la primera vez que tengo que dar ese tipo de noticias, una nunca se acostumbra. Hemos decidido no decirle nada a él porque, por su carácter, se vendría abajo y sería peor. Y tampoco se va a decir a la gente, porque aquí los chismes no corren sino que vuelan, y probablemente él terminaría enterándose de manera inadecuada. Así que… bueno, se irá llevando como se pueda.

Ayer dediqué un rato a hacer limpieza de papeles en mi habitación y, revisando, encontré todos los historiales de los enfermos que hemos ido acompañando desde que empezamos esta bonita tarea. Muchos de ellos ya no están, y la mente y el corazón revivieron muchos momentos compartidos, la mayoría duros, pero con ese gustillo agradable que deja el tener conciencia de haberles ayudado en todo lo que se ha podido. Seguro que todos ellos, desde el cielo, nos siguen mirando con cariño.

Bueno, os voy dejando porque es hora de irme al local. Hoy va a ser el último día que atienda en este mes porque, como os decía antes, el martes salgo de viaje. Me voy a Honduras, donde del 15 al 21 tendremos nuestro primer Capítulo Provincial. Es todo un acontecimiento para nosotras, donde revisaremos lo realizado en este tiempo de vida de la Provincia, elegiremos nuevo Gobierno Provincial, discerniremos juntas cómo quiere Dios que sigamos caminando y en función de eso proyectaremos lo que vamos a hacer los próximos años. Confío en vuestra oración.

Feliz verano y ¡hasta la próxima!

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana