Manoguayabo, 29 de noviembre de 2015
Queridos amigos:
Como siempre, espero que estéis bien y que hayáis tenido un buen mes de noviembre. El tiempo pasa rápido… ¡ya mismo estamos en navidad! Aunque aquí la navidad empezó a anunciarse hace casi dos meses… no recuerdo si os lo comenté el año pasado, pero las tiendas empiezan a vender adornos navideños a finales de septiembre. E incluso algunas casas se adornan ya desde esa fecha. A mí me sigue pareciendo algo muy exagerado, pero, siguiendo el dicho ese de “donde fueres haz lo que vieres”, cuando las maestras de las clases de alfabetización me dijeron que habría que ir pensando en decorar nuestra casita de navidad, tuve que claudicar sin rechistar siquiera. Así que la semana pasada organizamos un tallercito con los niños para hacer con cartulina letras, campanas, flores y esas cositas, y una tarde juntamos a los dos grupos y decoramos. Esos muchachos disfrutaron tanto…
Además de eso, noviembre es el mes de la familia, por lo que ese ha sido el valor sobre el que hemos estado reflexionando en las clases de alfabetización. Como motivación, les enseñamos la canción sobre la familia dominicana y también una poesía. Los grabé en video. Si queréis verlo, podéis pinchar en https://youtu.be/SpTP1JzGWRk . A ellos les hizo mucha ilusión cuando les dije que os lo iba a enseñar. Estaban bien nerviositos…
Por lo demás, y al hilo de la carta que mandé a principios de mes, hemos seguido llevando a Odeta al hospital. Y ahora, por si fuera poco todo lo que tenía, le ha salido que es diabética. Los dos últimos análisis iban dando pistas, pero el asunto ya está confirmado. Me dio tanta penita cuando salimos antes de ayer de la endocrina… no paraba de decir “el año pasado me quitaron la sal por la tensión, y ahora me prohíben esto, y aquello, y lo otro… ¿y qué voy a comer? Terminaré alimentándome de pastillas…”. Esperemos que al menos todos los tratamientos que lleva le funcionen y en algún momento se pueda operar.
Y el que sí que volvió a operarse es Jaime, esta vez para quitarle los hierros que le habían puesto en la primera operación. Bueno, eso fue un show también. Resulta que el médico le había dado cita para operarse el día 10. La víspera estuvo sin comer desde las 5 de la tarde, porque le habían dicho que ni agua podía tomar. Por la mañana se fue bien temprano al hospital para conseguir cama. Pagaron la operación y se puso a esperar. Pasó toda la mañana, el mediodía y a las 5,30 de la tarde, le avisaron que podía irse a su casa porque el doctor se había ido a un curso y no iba a operar esa tarde. Increíble pero cierto, tal como lo cuento. Le dije que contactara con el médico para asegurarse que le daba otra cita, porque la operación estaba hasta pagada, y al final la consiguió para una semana después. Por ahora todo va bien.
También pudimos tener, ¡por fin!, el operativo médico del que os hablé y que se había cancelado por el mal tiempo. Se anunció para la semana siguiente y volvió a cancelarse, pero ya no por mal tiempo sino porque a los médicos a última hora les venía mal. Y como a la tercera va la vencida, el domingo pasado vinieron.La pena fue que trajeron pocas medicinas para dar. De hecho, por la tarde tuve que salir a repartir de lo que tengo en casa y les habían recetado… Pero lo positivo es que se atendió a muchas personas, 87 se vacunaron contra la gripe y se desparasitaron. Falló también el tema de las visitas domiciliarias a quienes no pueden salir por sí mismos, pero sacamos la silla de ruedas y a los cuatro que viven más cerca de donde estaba el operativo los llevamos. Al resto, los vacunaremos cuando se pueda.
Ahora está pegando mucho la gripe. Y, por desgracia, también el dengue, que ya se ha llevado a unas cuantas personas en el país en el último mes. El otro día, en un programa de la radio, decían que lo trae un mosquito que pica en la madrugada.
Yo me reía pensando en la posibilidad de que los mosquitos tuvieran reloj y estuvieran esperando a que llegue una hora determinada… y es que se oyen tantas “vagabunderías”, como dicen por aquí… Sea como sea, y lo provoque el mosquito que lo provoque, esperemos que se ataje pronto el problema.
Hablando de todo tipo de creencias, fundamentadas o no, puedo contaros una anécdota reciente que viene al caso, aunque es un poco triste. Se trata de Flor, una chica de 18 años cuya familia vive cerquita de nuestra casa. Le diagnosticaron leucemia desde pequeña, y le pusieron un tratamiento que dio buen resultado. Lógicamente, tenía que irse haciendo seguimiento, pero los padres se descuidaron y, viendo que había mejorado, no volvieron a llevarla al médico por mucho tiempo. El año pasado empezó a hincharse, por lo que fue al hospital y le diagnosticaron cáncer. En las últimas semanas se fue poniendo peor, ingresó varias veces en el hospital con necesidad de transfusiones de sangre y, al final, murió. De esto hace unos diez días. Lo curioso es que, al día siguiente de ella morir, me enteré que la madre no quería creerse que la chica tuviera cáncer. Ella estaba totalmente convencida de que lo que pasaba es que le habían hecho una brujería. De tal manera, que el día antes de morir se la llevó a San Cristóbal, de donde ellos son, para que la viera un brujo. Y allí fue donde murió. ¿Conclusiones? Que cada cual saque las que quiera… pero aquí esto es el pan de cada día.
Y, aunque no salga en las noticias, también es el pan de cada día las deportaciones de haitianos que se están llevando a cabo. Ya me he cruzado varias veces con las camionetas que se los llevan. Hay de dos tipos, unas amarillas más grandes y otras grises más pequeñas.
Suelen ir juntas a los bateyes, de tal manera que las grises entran por los callejones más estrechos, donde no entra la otra. Como podéis ver en las fotos, tienen incluso rejas, como si estas personas fueran delincuentes… Muchas familias están destrozadas a causa de esto. Tantas mujeres y niños que se quedan mirando con el corazón roto cómo se llevan a sus maridos, padres o hermanos…
Y, hablando de quedarse mirando… una última anécdota que me pareció muy significativa. Resulta que cerca de casa hay un terreno grande con un edificio que pertenece al Club de la Superintendencia. Tiene unos jardines preciosos y bien cuidados, con guardas permanentes de 24 horas. Ahí se celebran eventos importantes con cierta frecuencia. Lo curioso es que un sitio así se encuentra justo en un lugar como el que estamos. Queda un poco raro, la verdad. El caso es que hace un par de sábados, pasamos por la mañana por delante y lo estaban preparando con carpas, sillas y mesas, globos, etc. para tener una fiesta. Por la tarde, cuando volvía de visitar enfermos, pasé por ahí de nuevo. No llegué a enterarme de qué era la fiesta ni quién la organizaba. Sólo me quedé con un detalle y no pude evitar hacer una foto.
Se trata de esos niños del batey mirando a través de la valla metálica lo bien que lo pasan esos otros que no son de aquí y que están dentro. ¡Cuántos contrastes! ¡Cuántas diferencias! ¡Cuántos deseos pasarían por las mentes de esos muchachos! ¿Alguien se para a pensar qué pueden sentir cuando ven tanto lujo y tanto despilfarro en su barrio, mientras el estómago les puede estar rugiendo de hambre y la cabeza de deseos? En otros países, otra gente mira a través de los cristales de los restaurantes. En nuestro batey, a través de la valla. Pero en todas partes hay gente que está “dentro” y gente que está “fuera”.
Bueno, pues aquí lo dejo por ahora. Os deseo un feliz tiempo de Adviento, que comenzamos hoy. Preparémonos para acoger al Dios de la Vida que quiere nacer cada día en nuestro corazón. En el tuyo, en el mío, en el de los de dentro y en el de los de fuera.
Un abrazo fraterno y lleno de cariño,
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana