CARTA DESDE MANOGUAYABO

Batey Bienvenido, Manoguayabo, 28 de agosto de 2019

 

Queridos amigos:

Espero que en este tiempo de vacaciones hayáis descansado, disfrutado y recargado pilas para comenzar el nuevo curso.

Yo vuelvo con vosotros para contaros cómo van las cosas por este rinconcito del mundo.

Después de mi última carta, tuvimos en junio la salida de fin de curso con los niños de La Escuelita. Como el año pasado fue muy buena la experiencia, este año repetimos y volvimos a ir a la playa. Todos iban emocionaditos: los que ya habían ido el curso pasado, porque sabían lo que iban a disfrutar, y los alumnos nuevos, por la gran expectativa que el acontecimiento suponía.

Efectivamente, fue un día estupendo. Para variar, no me dejaron salir del agua más que cinco minutos para comer, y todo el día tuve encima al menos dos o tres muchachos… A la vuelta todos preguntaban cuándo íbamos a volver, así que… ¡habrá que repetir!

Hace ya diez días que empezamos el nuevo curso. Afortunadamente, varios de los alumnos que teníamos el año pasado han conseguido inscripción en la escuela pública, con lo cual ya tienen la suerte de estar en el sistema, con la oportunidad que eso supone de poder seguir estudiando en el futuro.

No obstante, la mayoría de los que estaban continúan con nosotros, además de otros muchos nuevos que han venido a inscribirse. En total, por el momento, hay 78 inscritos entre los cuatro niveles. Todos ellos están muy contentos de iniciar el curso y poder asistir a “su Escuelita”. Ver su ilusión es algo que siempre me enternece y emociona. Por ello quiero agradecer una vez más a KORIMA por apoyar este proyecto tan generador de vida.

Aunque, además de a KORIMA, en esta ocasión quiero agradecer de manera especial el apoyo que han prestado dos personas. La primera de ellas es una de mis hermanas claretianas en Estados Unidos: Vivian. Cuando estuve allá en junio, volví a casa cargada con una maleta llena de materiales didácticos que generosamente donó su parroquia, gracias a su intervención. Por tanto, mi agradecimiento desde aquí una vez más.

La otra persona a la que quiero agradecer es mi amigo Ángel Luís Gómez, quien hace tiempo decidió donar a la Escuelita parte de los beneficios que obtuviera con la venta de un libro que publicó. Se llama “Un café en la ventana”. Si aún no lo habéis leído, os lo recomiendo encarecidamente.

Además de la actividad en la Escuelita, estos últimos días he tenido mucho movimiento con el proyecto Sin Papeles No Soy Nadie. Al haber estado un mes fuera, la gente me esperaba algo desesperada, tanto para declarar niños como para ir a sacarse su pasaporte o a recogerlo, según el caso. La buena noticia es que por fin han llegado todos los pasaportes antiguos de 80 dólares que se hicieron en el 2018 (excepto algunos, que son la excepción), así como los nuevos de 140 dólares que se empezaron a hacer en el mes de abril 2019.

Desde que cambiaron al personal de la embajada ya no me entregan a mí los pasaportes, sino que tengo que llevar a la gente para que lo reciban ellos directamente. Y eran tantos los pasaportes pendientes de recibir, que ahora cada semana no llevo una, sino dos guaguas cargadas de gente, por llevar a los que van a recoger y a los que van a hacérselo. Es una gozada verlos recibir sus ansiados documentos, especialmente a los que llevan esperando más de un año…

Por lo demás, en el batey hay en estos días un virus fuerte de gripe que está afectando a mucha gente, tanto mayores como niños. También hay algunos brotes de dengue. Y el calor es insoportable… ¡No hay manera de dejar de sudar aunque uno esté sin moverse!

Encima, a nosotras se nos estropeó el inversor la semana pasada, y hasta antes de ayer no me confirmó el técnico que no había nada que hacer y que había que comprar uno nuevo. Así que, durante casi una semana hemos estado como la mayoría de la gente del batey: alumbrándonos con velas por la noche, sin posibilidad de refrescarnos con un ventilador durante el rato que estamos en la capilla, esperando a que llegue la luz de la calle para poder imprimir, ver el correo, cargar el teléfono y el ordenador… pero bueno, ya está arreglado.

Ahora lo que me preocupa es la llegada de Dorian. Yo en este momento estoy en un avión, casi llegando a México, donde tengo una reunión. Así que esta vez me voy a perder… ¿la aventura? Por si no os han llegado las noticias, Dorian empezó como tormenta tropical la semana pasada, pero, a medida que ha ido avanzando, se ha convertido en huracán. Se prevé que esta noche entre en República Dominicana, después de pasar por Puerto Rico, y mañana azote con lluvia fuerte el país. Esperemos que los destrozos no sean demasiado graves, aunque, quién sabe, igual a última hora cambia la trayectoria y nos libramos…

Aparte de esto también me preocupa la situación de salud de algunas personas, que se encuentran bastante graves en este momento. La más conocida para quienes me seguís desde los comienzos es Odeta. Debido a unos dolores muy fuertes la llevamos al médico y, tras unos análisis y pruebas, nos derivaron al oncológico. No hace falta que diga más, ¿verdad? Ya os iré contando.

Bueno, pues eso es todo lo que os cuento por esta vez. De nuevo os deseo un buen comienzo de curso y mis mejores deseos para todo lo que cada uno estéis viviendo.

Un abrazo grande y hasta pronto,

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana