CARTA DESDE MANOGUAYABO

Manoguayabo, 12 de octubre de 2013

Queridos amigos:

Después de casi tres semanas de estar viviendo en mi nuevo destino, os escribo unas letras para contaros alguna cosita de por aquí.

Como sabéis, fui destinada a República Dominicana. En este país las Misioneras Claretianas tenemos una única comunidad que al principio estaba en la misma capital, en Santo Domingo. Con el tiempo, la comunidad se desplazó a un barrio suburbial de la zona oeste llamado Manoguayabo.

Donde nosotras estamos solo hay un par de calles asfaltadas; el resto son caminos de tierra y piedras, con vegetación espesa y abundante, similar a la que encontré en la selva del Delta Amacuro en Venezuela. manoguayabo 2

El clima tropical hace que sude continuamente, da igual que sea de día o de noche. En plan gracioso, una hermana me decía el otro día que aquí hay dos estaciones: la de verano y la de infierno (y que nadie piense que he escrito una errata, porque efectivamente pone “infierno”, con f y no con v). Desgraciadamente, creo que yo llegué en la segunda…

Nuestra casa es sencilla y austera, claramente construida a trozos, según se va consiguiendo dinero para terminar la construcción. Está situada en un lugar bastante alto, con unas vistas preciosas. A lo lejos se divisan los altos edificios de la capital y, de cerca, las humildes casas de nuestros vecinos.

Aquí hay mucha pobreza. Para que os hagáis una idea, en esta zona ni siquiera hay suministro continuado de agua y de electricidad. La empresa responsable da la luz cuando le parece, de tal manera que a veces se puede llegar a tener luz solo durante tres o cuatro horas al día. Esto, lógicamente, repercute en la posibilidad de usar cualquier tipo de aparato que necesite suministro eléctrico (¡¡¡incluyendo frigorífico para conservar la comida!!!). La otra noche ya estaba todo oscuro cuando volvía con una hermana de una reunión y, al pasar por delante de las casas, veía que la gente se alumbraba como podía con una velita porque aún no habían dado la luz. En cuanto al agua, lo mismo. Cuando hay, hay y se usa. Y cuando no, ¡pues es lo que hay!

Nosotras somos un poco más afortunadas que la mayoría de la población, puesto que tenemos unos “inversores” que nos proporcionan un plus de electricidad que hacen que siempre tengamos luz para ver. Pero lo que es aparatos eléctricos… si no hay luz, no funcionan.

Dentro de nuestro mismo terreno tenemos un Centro de Evangelización. La escuela que gestionamos se llama María Inmaculada. En ella se dan clases en los niveles de Maternal, Kinder, Pre-primario y los 8 cursos de Educación Primaria. Este es el  primer año que se llega a 8º, y como no tenemos infraestructuras suficientes, se ha habilitado un espacio en el sótano para meter a un curso allí. Confiamos que el “Proyecto Esperanza: un techo para aprender” que se ha presentado a KORIMA, cuente pronto con la ayuda necesaria para que estos niños puedan recibir sus clases en un lugar más apropiado. En realidad el Estado podría ayudar, pero si ni siquiera paga el sueldo de los profesores, ya os podéis imaginar dar algo para esto…manoguayabo 1

El horario escolar es de 8 a 12,15. Por las tardes, de 3 a 5, se ofrecen clases de refuerzo a aquellos niños que presentan dificultades importantes en su proceso de aprendizaje. Es el proyecto que vosotros conocéis como “Apoyo Escolar Nivel Básico”.

Además de estas actividades, prácticamente todas las tardes tenemos otras de pastoral: de adolescentes, de jóvenes, vocacionales, de oración, de catequesis, de formación bíblica y teológica… incluso una escuela de danza. Como podéis ver, es una casa con mucha actividad. Es raro el momento que no tenemos alguien por aquí pululando. De hecho, algunos se encuentran tan a gusto aquí que les cuesta irse a casa…

Varios días he salido con una de las hermanas a visitar a las familias de los alumnos de la escuela. Es algo que disfruto mucho porque ver dónde y cómo vive la gente es lo que verdaderamente me hace darme cuenta de la situación que hay aquí. Lógicamente, no todo el mundo vive de igual manera y algunas casas son más sólidas que otras pero, en general, destaca más lo pobre.Lidia y Santa

Ayer fui al Ministerio de Migraciones para arreglar mis papeles y solicitar el permiso de residencia. Las colas eran largas, pero los españoles tenemos la “suerte” de tener una oficinita que nos atiende exclusivamente a nosotros con lo que, al menos, el tiempo de espera es inferior, aunque los trámites sean los mismos. Al volver, recordaba las noticias de estos días sobre la nueva ley que ha salido sobre la nacionalidad dominicana. Lo peor no es que los hijos de extranjeros que nazcan aquí no se consideren dominicanos sino que, al tener carácter retroactivo hasta 1929, a mucha gente le están quitando su cédula de identidad, diciendo que no sirve ya para nada. Así, de la noche a la mañana, miles de personas se están convirtiendo en sin-papeles. ¿Cómo es posible tanta injusticia? De nuevo, el lugar donde nacemos nos marca, para bien y para mal, y a muchos los condena a no ser nadie por no tener papeles. ¿Puede alguien decirme por qué si Dios creó un mundo sin fronteras nosotros nos empeñamos en seguir creándolas?

Un abrazo y hasta pronto,

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana