Durante los días 15, 16 y 17 de Febrero se dio el pistoletazo de salida para la experiencia misionera que tendrá lugar este verano en Tánger. En Madrid se reunieron las diez personas que en principio se apuntaron para ir este verano a tierras marroquíes. A lo largo de todo el fin de semana se llevaron a cabo diferentes actividades y dinámicas en las que los voluntarios reflexionaron acerca de sus motivaciones para participar en el proyecto y buscaron el reflejo de éstas en el Evangelio. Se trabajó acerca de la vida comunitaria y de lo que es una experiencia misionera. También se conocieron testimonios de algunos compañeros que ya han participado en experiencias similares y se dieron algunas pinceladas sobre la organización de la expedición y sobre Tánger. Pero, sobre todo, fueron unos días para conocerse y para tomar conciencia de grupo. Posteriormente volvieron a reunirse en Semana Santa en Orgaz (Toledo), donde el grupo terminó de consolidarse. Aquí os dejamos lo escrito por una de las participantes después del primer encuentro.
“Lo que no se da, se pierde” reza un hermoso proverbio indio. Riqueza del dar, del irse dando poco a poco uno mismo en la sencillez de los gestos cotidianos, sin grandes pretensiones, sin apenas hacer ruido. Voluntad de dar y también de acoger. En realidad, voluntad de disponer el corazón al compartir sincero con el otro… y al encuentro con ese Otro que nos sondea y nos busca por todos los caminos. Entonces la vida se abre a nuevos horizontes como una flor de infinitos pétalos; su aroma disuelve las fronteras (geográficas y mentales) y nos regala la belleza de conocer nuevos lugares y rostros de los que nos separan unos metros o apenas 14km de un mar azul intenso.
Con una mezcla de disponibilidad e incertidumbre, sopesando nuevas formas para responder a esa vocación de amor y servicio que (con)mueve nuestras vidas, diez personas acudimos al llamado de la ONG KORIMA para preparar la Experiencia Misionera que tendrá lugar en Tánger (Marruecos) durante el próximo verano.
La alegría, la buena disposición y una más que evidente sintonía han tejido ya los primeros lazos de unión entre los participantes, con vistas a que próximas reuniones sigan trenzando ese hermoso entramado de voces y miradas que conforman la vida comunitaria. Hubo ocasión de revisar las motivaciones de cada uno, y de contemplarlas a la luz del modelo que Jesús propone. Momentos de formación, discernimiento y oración, de escuchar testimonios y compartir la misa y la mesa. En fin, tiempo para tomar conciencia de que al “dar” pasos nunca vamos solos; que no hay tentación ni miedo capaz de frenarnos si es el amor quien nos mueve; que responder a su llamado implica abandonar seguridades, confiar y dejar que ese amor nos transforme en mujeres y hombres nuevos. Porque cuando nuestros pies nos llevan hasta un lugar es porque el corazón ha llegado primero. Tánger, allá vamos.