28 de junio de 1813, nace María Antonia París

A las Misioneras Claretianas y a los Laicos que compartimos el Carisma

 ¡Un cordial saludo a cada uno!

Próximamente, el 28 de junio del corriente tendremos la oportunidad de hacer memoria del natalicio de María Antonia París que, como sabemos, fue en Valmoll, pueblo cercano a Tarragona, en 1813. De ese momento, nos separa un alargado bicentenario y, nos relatan sus circunstancias, algunos datos reflejados en sus Escritos, Positio, Historia de la Congregación y apuntes testimoniales.

Las dificultades que rodearon los inicios de su vida y posterior adolescencia no menoscabaron su crecimiento en la fe, ni su opción de consagrar su vida al servicio de Dios, ni el cumplir su voluntad, siempre y en todo y a pesar de todo. Reconocemos en Antonia a una mujer de no muchas palabras, seria, de buen sentido, servicial, trabajadora, tenaz y profundamente enamorada de Aquel Dios y Señor de la historia que le pidió la fundación de una Orden nueva de apóstoles, que la sostuvo ante las incomprensiones y tropiezos en el llevarla a cabo y que le fue haciendo descubrir, paso a paso su vocación personal, la de amar y sufrir por esa Iglesia suya, concreta, la de su tiempo, hasta querer dar su vida si fuere necesario. Sin lugar a duda, una vida vivida en plenitud.

Y, si como reza la conocida canción que no es lo mismo vivir que honrar la vida[1], hoy, en esta memoria de su nacimiento, con la certeza del afecto sincero y la convicción de su santidad de vida, damos gracias, porque colaborando con la acción del Espíritu, ella ha honrado la vida, llenándola de sentido por el Reino y gastándola en un entregarse sin fin a una misión que vivió con pasión, pero también con la profunda humildad de quien se sabe en manos de Dios, que nada es suyo, que todo es gracia, y que sin pedir nada ofrece lo que gratis ha recibido.

Vivir con sentido, honrando la vida, para María Antonia era lo mismo que vivir al modo de Jesús. Así ella encontró la felicidad, “porque la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra, alcanza en la entrega de sí, la verdadera dicha”[2].

 El homenaje, a Madre Fundadora en este día, nos sitúa e invita, como continuadores del carisma recibido, a preguntarnos de modo sincero y honesto, si deseamos ser felices, si apostamos a vivir al “modo de Cristo”, o lo que es igual, al ritmo de las bienaventuranzas, carta de presentación de Jesús y explicación de qué es ser santos: hacer cada uno a su modo y según su vocación, lo que dicen las bienaventuranzas, porque en ellas se dibuja el rostro del Maestro que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas, nos dice la exhortación Gaudete et Exsultate[3].

Se nos invita, en definitiva, como familia misionera claretiana, inspirados en la intuición de nuestros fundadores, María Antonia París y Antonio María Claret, a vivir de tal modo que cultivando el encuentro profundo y transformante con el Dios de la Vida, cuidando la fraternidad, haciéndonos más fácil el camino entre todos y acercando las palabras y gestos de Jesús al corazón de los hombres, como semillas de humanidad, esperanza[4] y santidad, seamos fuerza renovadora de la Iglesia y sociedad.

¡Feliz día, a todos y cada uno!

Unidos en la oración, junto a María, mujer acogedora de Vida, mujer portadora de Vida nueva, mujer que honró la Vida desde el pesebre a la cruz, en el Hijo y en sus hermanos.

Un fraternal abrazo.

Roma, 26 de junio de 2018.

 

                                                                                                                                                                             Ana María Mandrile

Responsable Interna de las Causas en la Congregación

[1] Canción de Eladia Blázquez, cantautora argentina. Pieza musical: Honrar la vida.

[2] Exhortación Apostólica del Papa Francisco, Gaudete et Exsultate (GE) nº 64

[3] Ibidem, cf. nº 64

[4] Cf. XVII Capítulo General nº 10, 13, 14.