Manoguayabo, 16 de noviembre de 2014
Queridos amigos:
Un saludito lleno de cariño desde esta parte del mundo. Parece increíble que ya estemos a mediados de noviembre, ¿verdad? El tiempo pasa volando…
Espero que todo os vaya bien. Por aquí, la vida transcurre con su cotidianeidad habitual. Bueno, la verdad es que tenemos buenas nuevas en el Batey, y es que por fin nos han asfaltado las calles, al menos las principales. ¿Recordáis que empezaron a hacerlo en enero? Pues quedó el proceso a medias y, lógicamente, no sirvió para nada, porque a los pocos días ya estaba todo estropeado. Se ve que no terminaron de pagar al ingeniero que estaba encargado de la obra y por eso se paralizó. Pero deben haber llegado “los cuartos”, porque la semana pasada volvieron a rellenar y asfaltaron, ¡por fin! Ahora el barrio parece otra cosita, al menos, como digo, las zonas principales, porque las calles secundarias siguen estando como siempre. Esperemos que el buen aspecto dure al menos un tiempito y que la gente colabore con la limpieza y el buen trato al pavimento.
Además de eso, aquí, en República Dominicana, noviembre se considera el mes de la familia, creo que ya os lo comenté el año pasado por estas fechas. Son muchas las actividades que, desde la Iglesia Católica, se organizan en torno a la familia. Todo bueno, y necesario, especialmente por la realidad que existe en el país, en el que es demasiado frecuente encontrar hombres con hijos de varias mujeres, padres y madres que abandonan o no cuidan a sus hijos… y otras muchas situaciones que claman al cielo e inciden de manera negativa en la sociedad y, de manera especial, en la población infantil, que siempre es la que más sufre estas circunstancias.
Por la parte que me toca, desde la Pastoral Social, seguimos haciendo todo lo posible por mejorar la situación de las familias más vulnerables del Batey. Como siempre, hemos estado repartiendo las bolsas con alimentos básicos, a unos de manera mensual, a otros de manera quincenal porque necesitan más, y a otros incluso semanalmente. También son muchas las medicinas que hemos repartido, especialmente vitaminas y antigripales que hemos conseguido gracias a la generosidad de unos donantes. Afortunadamente, para el próximo sábado estamos organizando una actividad en la que vamos a poder vacunar a unas 200 personas contra la gripe. Seguro que más de uno piensa que es un poco tarde a estas alturas, pero es cuando han llegado las vacunas… Lo importante es que podemos hacerlo y va a ser un gran bien para el barrio, porque aquí la gente se agripa con dos gotitas de agua que caen.
Además de esto, en lo que llevamos de mes estamos ayudando a varias familias a gestionar el tema de sus papeles. Se trata de población haitiana que ha ido llegando, algunos con su cédula o con el pasaporte haitiano, pero la mayoría sin ningún papel que acredite su identidad. Con el plan de regularización que se está llevando a cabo en el país, es el momento de aprovechar, pero aún así las cosas no son fáciles, porque los requisitos son demasiados para algunos de ellos. Eso, por no hablar de la falta de organización que existe. Para que os hagáis una idea, un día fui con un chico, que tiene mujer y tres hijas. Ninguna de las tres tiene acta de nacimiento y, por lo tanto, “es como si no existieran”. Él tiene solamente acta de nacimiento haitiana, pero su mujer, ni eso. Para poder registrar a las niñas, el primer paso es que ellos estén documentados, así que empezamos por ahí. Fuimos donde nos dijeron que teníamos que ir, pero cuando llegamos y preguntamos nos dijeron que no era allí sino en el consulado de Haití. Fuimos al consulado –que quedaba lejos de donde estábamos- y de ahí nos mandaron a otro sitio, también lejano de donde estábamos (y si incido en el tema de la lejanía es porque no solo supone dedicar mucho tiempo, sino también gastar dinero en el transporte). En ese sitio nos asustamos, porque había unas colas inmensas, pero estuvimos poco tiempo porque al preguntar nos dijeron que antes de ir allí teníamos que ir a otro sitio. Cuando llegamos a ese último lugar, donde también había unas colas aplastantes, nos dijeron que tanto él como ella podían hacerse su pasaporte allí, por el “módico” precio de 1.100 pesos (unos 20 euros), que para nosotros puede parecer poco, pero para esta gente, que no tiene para comer, es mucho. La cuestión es que quien lo tramita ahora, no recibe su pasaporte hasta finales de febrero. Y para tramitarlo hay que hacer filas que están durando dos días. Tal como lo cuento. La gente va un día, temprano, pasa el día haciendo cola, duerme allí mismo en el suelo, pasa otro día haciendo cola y, con suerte, al segundo día llega al mostrador donde atienden. Puede sonar increíble, pero es así de cierto. El caso es que aquel día que os contaba, después de pasar cinco horas de aquí para allá, volvimos a casa con información pero sin haber llegado a gestionar nada.
Claro que, como en todas partes, funciona el mercado negro. Una semana después nos enteramos por casualidad que, en ese mismo sitio, si conoces los contactos oportunos, te pueden llevar por un pasillo a través del cual llegas a un cuartucho en el que está una persona que te hace las gestiones por 2.500 pesos (algo menos de 50 euros) y, según me han dicho, supuestamente tienes el pasaporte en tres semanas. Pero eso no está al alcance de todos, sino solo de los afortunados que consiguen el contacto y que pueden reunir esa cantidad de dinero. Y también hay otra posibilidad, que es viajar a Santiago, al sitio donde hacen los pasaportes, pagar 80 dólares y volver a las tres semanas a recogerlo. La pena es que ambas opciones son poco viables para el común de la gente que anda sin papeles y, sobre todo, “sin cuartos”. Y conseguir el pasaporte y el acta de nacimiento es solo el primer paso, luego hay que conseguir una carta de la junta de vecinos y legalizarla en el ayuntamiento, una carta de antecedentes penales, un acta de legalización de convivencia firmada por un abogado, un certificado de estudios, una carta de trabajo, un recibo de compra o el contrato de alquiler de la casa donde viven, el papel del hospital de los hijos… La carta de antecedentes penales sé que cuesta 350 pesos, de lo demás no tengo aún idea. Pero, como siempre, para todo se necesita dinero. Es la pescadilla que se muerde la cola.
De cualquier manera, se van abriendo caminos, lentos, pero caminos al fin y al cabo. Es cuestión de recorrerlos con paciencia y con esperanza. Y reconozco que acompañar el camino de estos hermanos es una gozada que forma parte de mi vida cotidiana. Porque cualquier cosa que se pueda hacer por intentar que vivan con la dignidad que merecen, alegra el corazón y genera esperanza, en ellos y en mí.
El evangelio de hoy es el de los talentos. Cuando lo meditaba esta mañana, pensaba en la cantidad de talentos que mucha gente posee y que quedan desaprovechados por las circunstancias que les toca vivir. Porque no es lo mismo que uno desaproveche los dones que Dios le ha regalado por pereza o por miedo, a que no los ponga a rendir porque realmente no tiene opción a ello. Por eso creo que es fundamental que todos ayudemos, en la medida de nuestras posibilidades, a que cualquier persona pueda vivir una vida lo más digna posible, a que todos aquellos con quienes nos relacionemos se sientan reconocidos, valorados, amados… independientemente de su raza, su condición social o económica, incluso de su pasado, su temperamento… Todos hemos recibido muchos dones y son para ofrecerlos al mundo. Pero el mejor don es el de nuestra persona. Por eso, lo mejor que podemos ofrecer a los demás es a nosotros mismos, nuestro tiempo, nuestra alegría, nuestro estar ahí para ellos cuando nos necesitan. Creo que una de las cosas más bonitas que alguien nos puede decir es que somos un regalo de Dios para él o para ella. Sinceramente, no sé si hay un piropo mejor. Por eso quiero terminar la carta de este mes invitándoos a ser regalo de Dios para los demás, a transmitir con vuestra vida esa ternura, esa compasión misericordiosa y ese deseo de justicia verdadera que caracterizan al Dios del que nos habló Jesús. Así, experimentaremos lo que dice el final del evangelio de los talentos, “al que tiene se le dará y le sobrará”. Porque solo cuando ponemos nuestros talentos al servicio de los demás, es cuando se multiplican, cuando experimentamos en nuestra vida que podemos llegar a mucho más de lo que nunca hubiéramos soñado.
Un abrazo grande para cada uno y hasta el próximo mes.
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana