Manoguayabo, 24 de mayo de 2015
Queridos amigos:
¡¡¡Feliz solemnidad de Pentecostés para todos aquellos que creemos en este Dios Padre que se encarna en el Hijo y que nos deja su Espíritu de Vida y de Amor!!! Que Él siga actuando en cada una de nuestras vidas, renovando la fidelidad a la vocación que cada cual ha recibido, para seguir haciendo de este mundo lo que Él sueña.
Se va terminando el curso escolar… en nuestra escuela empiezan mañana los exámenes de fin de curso, con todo lo que eso implica. Los pequeñitos de tres a cinco años tienen su acto de cierre el próximo viernes, y a los de educación básica les quedan solo dos semanas de estar por aquí. Ya se nota otro ambiente y se va pensando en las vacaciones.
Pero las otras actividades que tengo entre manos no tienen vacaciones, esas son de doce meses al año y, si una no se pone límites, de siete días a la semana… Gracias a Dios, en este último mes no hemos tenido acontecimientos graves como muerte de alguno de los enfermos, ni encontrar situaciones límite. Lo más preocupante es el caso de un muchacho joven del que nos hablaron y fuimos a visitarle. Nos contó que lo habían tenido que llevar al hospital porque se sentía muy mal y le tuvieron que poner mucha sangre. Tiene las piernas y pies muy hinchados, y le cuesta horrores respirar. Por si fuera poco, ese día estaban quemando basura enfrente de su casa (algo muy cotidiano aquí), le entraba todo el humo por la única ventana que tiene la casa y eso hacía que se asfixiara más. Al preguntarle qué le habían diagnosticado, nos dijo que no le habían dicho nada, simplemente que tenía que ir todos los días al centro de salud a por una medicina. Él no puede ir, porque apenas puede caminar, pero le hace el favor un familiar suyo. Tomé nota del nombre de la medicina, busqué en Internet, y descubrí que es algo que se les da a los enfermos de tuberculosis. Esta enfermedad, que por desgracia aquí es muy común, puede curarse si se coge a tiempo, así que espero que no haya llegado tarde. Ya os seguiré contando.
Pero, como digo, el mes ha sido más de buenas noticias que de malas. Estoy muy contenta porque tuvimos la oportunidad de llevar dos días a una doctora a una de las zonas más alejadas del batey, donde la gente vive en condiciones francamente precarias, para que revisara a los niños. La mayoría de ellos ni siquiera tienen puestas las vacunas correspondientes a su edad y, aunque eso queda para otra ocasión, sí que se les dio a todos desparasitantes y antigripales, y se les procuró análisis médicos a los que lo necesitaban. Puede parecer algo sin importancia, pero os aseguro que no lo es. En esa zona hay multitud de chiquillos, de hecho, creo que no conozco a ninguna mujer de allí que tenga menos de tres hijos… y muchas veces se les hace difícil llevarlos al médico porque no tienen dinero o porque no tienen con quién dejar a los otros (bueno, muchas veces también es por falta de responsabilidad…). El caso es que todos quedamos muy contentos, fue todo un éxito.
Y no solo hemos ofrecido esto. Ayer por la mañana, sin ir más lejos, tuvimos un operativo médico gratuito también en el batey, organizado por el Dispensario que tienen los Mercedarios en otra zona, no demasiado lejana de aquí.
En los últimos meses estoy trabajando con ellos en algunos proyectos en misión compartida (también con las oblatas), lo cual tiene muchas ventajas para todos. Así, tuvimos la suerte de contar con médicos de medicina general, pediatras, oftalmóloga, ginecóloga y odontólogas. ¡No sé cuántas muelas sacaron, pero fueron muchas!
En fin, que fue una jornada intensa en la que se beneficiaron muchas personas. Algo para agradecer profundamente.
En otro orden, los últimos días hemos dedicado mucho más tiempo al nuevo proyecto que este año presenté a KORIMA: “Sin papeles no soy nadie”. El proyecto surgió de la inquietud que tenemos por el hecho de que muchos niños del batey no van a la escuela. Algunos de ellos están asistiendo a las clases de alfabetización que organizamos en septiembre, pero la gran mayoría no, porque no tenemos capacidad para atender a más de 18 o 20. Ciertamente, como ya os he dicho en otras ocasiones, no hay escuelas suficientes para albergarlos a todos. Pero también es cierto que el hecho de que no tengan papeles dificulta su entrada en la escuela pública. De ahí que nos planteáramos ayudarles a regularizarse. Pero para poder ayudar a los niños en esto, antes tienen que estar regularizados los padres. Por eso el proyecto consiste, por una parte, en ayudarles a conseguir sus documentaciones y, por otra, inscribir a todos los niños que podamos en la escuela.
El problema es que vamos contra reloj, porque ya se ha hecho pública la noticia de que el 5 de junio comienzan las deportaciones de hatianos sin papeles. En ciertas esferas solidarizadas con el tema se está tratando de conseguir una prórroga hasta diciembre, pero no se sabe aún si se conseguirá o no. El caso es que el 17 de junio termina el plazo para las inscripciones y el 30 para depositar los documentos (me refiero a los adultos). Pero el gobierno haitiano no está ayudando mucho. Y las instituciones encargadas de tramitar la documentación personal, tampoco. La mayoría de la gente que conozco que hizo hace ya muchos meses las gestiones para conseguir su cédula y pasaporte, que deberían tenerlos en su mano hace tiempo, sigue sin obtener respuesta. Y eso es lo primero, la identificación personal. Por otra parte, algunos de los documentos que tienen que depositar son difíciles de conseguir… en fin, que no es tarea fácil para la mayoría.
Nosotros hemos convocado a los padres de los niños que estamos alfabetizando, a los de la sala de tareas que tienen los mercedarios y a los enfermos que visitamos. El proyecto les va a beneficiar a ellos, principalmente, porque son los que nos quedan más cercanos y, por tanto, nos preocupan más porque los vivimos más de cerca. Con la ayuda de un experto en el tema que nos presentaron las hermanas oblatas, les hemos dado información de lo que necesitan conseguir, según la situación personal de cada uno. En esta semana nos darán todo lo que hayan conseguido y lo iremos llevando al notario y a procuraduría, para ir dando forma a todos los trámites. ¡¡¡Mucho papeleo y muchas vueltas!!! Pero todo merecerá la pena si se les puede ayudar. Yo me voy enterando “al pasito”, como dicen aquí, porque no tenía ni idea de toda la burocracia que esto lleva consigo. Pero Dios siempre muestra su Providencia, y ha ido poniendo en el camino gente que ayuda en esta misión.
Bueno, pues eso es todo lo que os cuento por ahora. Ojala dentro de un mes tenga buenas noticias que daros a este respecto. Ojalá la mayoría de esta gente pueda ir por la calle con la tranquilidad que le da tener un papel que le identifique, en definitiva, sentirse “alguien” con derechos y deberes, sin el miedo de ser parado para recibir golpes… Triste, pero cierto. Y para entonces, espero que hayan salido ya también los requisitos para el tema de la regularización de los niños, por aquello de seguir dando pasos en esta nueva andadura tan ilusionante para los que estamos embarcados en ella. Un abrazote y ¡hasta el próximo mes!
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana