CARTA DESDE MANOGUAYABO

Manoguayabo, 21 de febrero de 2016

Queridos amigos:

De nuevo con vosotros, deseando que os encontréis bien de salud y de ánimos.

Llevo un par de semanas queriendo escribir, pero el ritmo que llevamos no me ha dejado encontrar un rato para sentarme con tranquilidad a hacerlo. Nuestra comunidad se ha visto reducida en los últimos meses, quedándonos sólo dos hermanas, por lo que el trabajo se ha multiplicado considerablemente. Lo bueno es que Dios sostiene y da fuerzas, por lo que todo sigue su curso con normalidad.

Pensando esta mañana en qué cosas me han impactado más en este último mes, no me cabía la menor duda, e inmediatamente me venían varios nombres a la cabeza: Cristina, María, Odeta… ¡Va a ser ésta una carta muy femenina, como podéis ver!

Empezaré por lo más triste, por la más jovencita: Cristina. Ella es una adolescente haitiana, de 13 años, que lleva participando en las clases de alfabetización desde principios de curso y que, probablemente, no volverá.

Es una chica muy inteligente y que apenas ha tenido vida social. Cuando sus padres se vinieron de Haití, ella quedó allí con una abuela, y hasta el año pasado no se la trajeron. Todo este tiempo ha estado siempre en casa, sin relacionarse con otros chicos. De hecho, sus primeros pasos en el batey los ha dado para ir a las clases de alfabetización.

29 Cristina

Pues bien, resulta que a principios de enero su padre se fue a Haití, para estar un par de meses, y quedó ella con su madre y su hermanita pequeña en la casa. También con un chico joven, primo del padre, que éste dejó para que las cuidara. De pronto, un día me dicen las maestras de alfabetización que Cristina se ha ido de su casa. La primera versión fue que la madre le dio muchos golpes una noche y que literalmente la puso en la calle. Luego nos enteramos por la propia madre que tuvieron una discusión fuerte y que le dio, pero realmente no la echó. Ella se fue por propia voluntad.

Conseguimos enterarnos que le habían dado cobijo en una casa de no muy buena reputación, porque los que viven ahí se dedican a vender drogas. No sabemos si también consumen. Una tarde fuimos a buscarla para hablar con ella e intentar convencerla de que volviera a su casa antes de que llegue el padre, porque ese sí que es capaz de matarla a golpes por hacer algo así. Nuestro principal temor era que, para sobrevivir, se metiera en tema de drogas o de prostitución, porque nadie da cobijo durante mucho tiempo sin pedir nada a cambio… Incluso nos preocupaba que la “vendieran” para sacar dinero. El caso es que nos costó mucho que la dejaran salir. La pinta que traía… bueno, no era para nada la de la niña buena que siempre había sido. Estuvimos mucho rato, pero no conseguimos convencerla, por muchos motivos que le dimos. Pero tampoco ella mostró miedo al oír hablar de su padre. Más bien lo contrario, dijo que cuando él llegara y ella le contara unas cosas, él iba a entender.

De ahí nos fuimos al cuartelillo de la policía del batey y planteamos el caso, para que nos informaran sobre qué podíamos hacer. Puesto que se trata de una menor, nos dijeron que la madre debía ir a fiscalía y pedir un reclamo. Con eso a la niña se la obliga a volver a casa, quiera o no quiera. Fuimos a hablar con la madre, pero en la conversación empezamos a atar cabos y nos dimos cuenta, con horror, de qué había pasado. Se trata del primo del padre que supuestamente quedaba para cuidarlas en su ausencia. Se ve que la muchacha le gustaba más de la cuenta y empezó a soltar chismes delante de la madre sobre que a Cristina le gustaba un chico, con la intención de que no la dejara salir de la casa. La madre lo creyó y por eso fue la discusión que tuvieron aquella noche. Pero, además, nos dimos cuenta de por qué Cristina no quería volver bajo ninguna circunstancia a su casa: tenemos muchos motivos para creer que el primo del padre abusó o intentó abusar de ella.

Intentamos localizarla de nuevo, pero ya no fue posible. Parece ser que alguien se la ha llevado bien lejos del batey, separándola de su familia y de sus raíces, para confiarla a un futuro que no creo pueda ser nada prometedor. Me da mucha pena. Su madre está desolada. No sé si algún día volveremos a saber de ella, pero no quiero perder la esperanza.

El caso de María es distinto, pero tiene algo en común. Os hablé de ella en mi última carta, claro, contando lo que sabía hasta ese momento. María es una mujer joven, de treinta y pocos años, que tiene 9 hijos, todos lindísimos. Serían 10, pero uno de ellos murió al poco de nacer. Sorprende lo de los 9 hijos con esa edad, ¿verdad? Pues así es. De hecho, seguro que alguno de los que me leen estará pensando que es una irresponsabilidad tener tantos hijos si no se les puede mantener… ¿a que sí? es normal y lógico pensarlo, sobre todo cuando uno ve las miserables condiciones en las que viven por la falta de recursos económicos. Sin embargo, cuando uno conoce su historia, lo último que se le ocurre es juzgarla. Y yo, en el último viaje que hicimos al hospital para intentar conseguir las constancias de nacimiento de sus hijos, tuve esa oportunidad. Os cuento…

29 Familia Simeon

María estaba casada con el papá de sus hijos, el cual falleció en un atraco hace año y medio, como os conté el mes pasado. Me han llegado rumores de que era brujo, pero eso es algo que no puedo confirmar. Lo que sí es cierto, y parece ser que conocido por todo el mundo, es que tenía otra mujer por ahí. De hecho, el día que lo mataron, él iba a la casa de ella.

Por lo visto, era un hombre muy celoso, que nunca permitió que María saliera de la finca que tenían, por lo que ella ni siquiera conocía el batey. Empezó a caminarlo cuando él murió y ella tuvo que buscarse la manera de alimentar nueve bocas. Y no sólo no la dejaba salir de la casa (por lo visto la dejaba encerrada con llave cuando se iba), sino que además solía llegar a casa borracho, le daba muchos golpes incluso delante de los niños, y luego la forzaba a tener relaciones sexuales. En mi opinión, eso es violación, y todos esos niños son hijos de violación, no del amor. De ahí que ella saliera de un embarazo para meterse en otro, no por voluntad propia, sino por forzamiento ajeno.

Sé que queda fatal que diga esto, pero esa mujer ha empezado a vivir con un poco de dignidad después de que el marido muriera. Y es cierto que viven en condiciones miserables, pero al menos se ha librado de los malos tratos y de la esclavitud a la que se veía sometida.

Estos dos casos, el de Cristina y el de María, me hacen pensar en tantos silencios que guardan tantas mujeres en el mundo. Mujeres que son abusadas, sin importar la edad que tengan, que son privadas de su dignidad. Mujeres que callan porque no pueden hacer otra cosa. Mujeres que son juzgadas, mal juzgadas, porque su historia no es conocida, porque sólo nos fijamos en las apariencias, y nos consideramos con derecho a opinar sobre la vida de los demás… Como dice la Escritura, quien tenga oídos, que oiga. Yo la primera.

Para terminar con mejor sabor de boca de lo que hemos comenzado, quiero contaros las últimas novedades de Odeta, a quien ya conocéis por lo mucho que os he hablado de ella. Esta semana fuimos a la cita con la gastroenteróloga y, ¡por fin!, le dio el alta de la parte que le corresponde, porque ya se ha curado la última infección que tuvo. Al salir, me aventuré a pedir cita con el cirujano para esa misma tarde y, sorprendentemente, me la dieron. Puedo decir con el corazón en la mano que ese cirujano es un ángel de Dios. Tras contarle todo el historial de Odeta, nos facilitó todo, de tal manera que le hicimos un ecocardiograma y radiografía de tórax antes de salir, nos consiguió cita con el cardiólogo para el próximo jueves por la mañana, con él por la tarde, y convenció a la diatetóloga para que también la atendiera ese mismo día, en vez del viernes, que era cuando teníamos la cita con ella. Además, nos dijo que si todos los análisis salen bien, el lunes 29 la mete en quirófano para operarla de las piedras. Después de dos años que llevamos con esto, me pareció un auténtico milagro.

29 Odeta

Sólo nos queda confiar que todo salga bien y pueda operarse para que esta pesadilla termine. He pedido a mucha gente que la ponga en oración durante toda la semana, y también os lo pido a vosotros. A ver si, entre todos, “cansamos a Dios” con tantas oraciones y, por pesados, nos lo concede, como narra la explicación que Jesús da en Lc 11, 5-10.

Pues… nada más por hoy. Como siempre, mis mejores deseos para esta cuaresma que ya hemos comenzado. Ojala sea un tiempo de Gracia para cada uno de nosotros, en el que aprovechemos para interiorizar, mejorar nuestra relación con Dios y, como nos propone el Papa Francisco, practicar las obras de misericordia para ser misericordiosos como el Padre.

29 DESPEDIDA

Un abrazo junto con mi cariño.

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana