CARTA DESDE MANOGUAYABO

Batey Bienvenido, Manoguayabo, 10 de diciembre de 2016

¡Hola a todos!

¿Qué tal estáis? Ante todo, empiezo esta carta pidiendo disculpas por no haber escrito durante el mes de noviembre. Realmente tuve la intención, pero no me llegó el tiempo.  Debido a un nuevo servicio que se me ha pedido desde la Congregación, tuve que viajar a México y a Cuba, por lo que prácticamente todo el mes estuve fuera. Eso me ha impedido poder dedicarme a mi gentecilla de aquí con la regularidad con la que suelo, pero al mismo tiempo me ha permitido, no sólo dedicar más tiempo a cosas importantes de la Congregación, sino también a conocer otras realidades en las que las Misioneras Claretianas estamos trabajando.

En México ya había estado hace años, cuando fui acompañando un grupo de Experiencia Misionera organizada por KORIMA. Pero a Cuba era la primera vez que iba. Fue allí precisamente donde nació nuestra Congregación, cuando María Antonia París acudió con otras cuatro hermanas que se le unieron, en respuesta a la llamada del Padre Claret, para encargarse de la educación de las niñas. Desde entonces hasta ahora, muchas cosas han cambiado, pero la esencia misionera de nuestros apostolados sigue vigente en esa tierra cubana.

No voy a hablaros sobre la realidad socio-política de Cuba, porque es de todos conocida. No sé si ahora cambiará algo la cosa, tras la muerte de Fidel que, por cierto, me encontró allá. Pero lo cierto es que me sorprendieron ciertas realidades como, por ejemplo, algunos medios de transporte que se siguen usando. Este es el más común en Guantánamo…

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y éste abunda mucho en la parte de Santiago, que son los dos lugares donde estuve. 37-transporte-camiones

No quiere decir que sean los únicos, por supuesto que no, pero resulta curioso que estos se sigan manteniendo en pleno siglo XXI, ¿verdad?

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Algo que también me sorprendió es la manera que tiene mucha gente de aceptar o, más bien, “someterse” a la realidad. Me dio mucho que pensar… pero de esto hablaré en otro momento. En cuanto al tema sanitario, sólo tuve oportunidad de conocer un hospital de la zona, al cual fui para recoger a Yolanda, una señora que no tiene ninguna familia y que vive en un mini-cuartucho.

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Al estar sola en el mundo, y muy delicada de salud, hay una mujer de la parroquia que está un poco pendiente de ella. Tuvimos que ir con el coche a recogerla cuando le dieron el alta. He de decir que el hospital estaba bastante limpio y aseado (al contrario, por lo que parece, de lo que suele ser habitual, según me contaban las hermanas). Eso sí, la desorganización que tienen hizo que tardáramos casi dos horas en encontrar dónde la tenían. Fue toda una experiencia…

Por lo demás, conocí algunos de los lugares donde trabajan las hermanas, tanto en Guantánamo como en Santiago. Se trata de lugares muy marginales, donde la pobreza reina por doquier. Como podéis imaginar, además de trabajar, he disfrutado mucho.

Ya de vuelta a mi realidad habitual, seguimos con el problema de la falta de documentos. Mucha gente ha estado viniendo en los dos últimos meses, desesperados porque no llegan los pasaportes que pagaron hace ya dos años. Se acercan las navidades y muchos quieren ir a Haití a ver a la familia, sobre todo los que se han visto afectados por el Huracán Matthew, pero sin documentos no pueden. Y, lo que es peor, a muchos hombres los han cancelado del trabajo que tenían por motivo de no tener pasaporte. Hace siglos que no llegan y no se sabe si de verdad estarán todos listos para julio, que es cuando se procederá a dar residencia temporal a los que se regularizaron el año pasado.

Ayer fui a la Embajada y sí que me dieron 15, pero son de los que se hicieron en el operativo que tuvimos en septiembre.

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Y aun así, faltan dos de los que se hicieron ese día. Al menos hoy podré dar una buena sorpresa a esas quince personas, y a otras 14 más, de las cuales me dieron cédula o acta de nacimiento en la Embajada. Como quiera, es imposible no estar agradecida por ello. Y para el próximo miércoles, estoy organizando un grupito nuevo para llevarlos a que saquen su pasaporte. Por cierto, muchas gracias a los que habéis apadrinado uno. La respuesta a la campaña, por el momento, no ha sido grande, pero confío en que aún pueda llegar algún “regalito de navidad” para estos hermanos haitianos que tanto lo necesitan.

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En cuanto a las clases de alfabetización, los tres grupitos que tenemos siguen funcionando bien. Los niños están contentos y animados, y van aprendiendo poco a poco. Los nuevos, a leer, escribir, sumar y restar. Los que ya llevan más tiempo, avanzan con la gramática y las multiplicaciones. Mi agradecimiento a KORIMA por enviarnos unos cuadernillos que se recibieron. Están viniendo francamente bien.

Durante el mes de noviembre, dedicado a la familia, se ha procurado seguir sensibilizando sobre la importancia que ésta tiene en nuestras vidas. Siempre con mucho tacto, claro, por la situación de desestructuración familiar que aquí se vive y los traumas que ésta ocasiona en los niños. El taller de manualidad del mes ha sido confeccionar un portarretrato, con la idea de poder poner una foto de la familia. Y, como es tradición aquí, ya han decorado también la casita donde damos las clases con motivos navideños.

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Por la parte de la Pastoral de la Salud, los casos más graves que tenemos en este momento son el de una adolescente llamada Francia y el de un hombre llamado Elías. Ambos han necesitado una operación en la pierna en el último año, consistente en introducirles un hierro, cada uno de ellos por un motivo distinto. Pero los dos tienen en común que la operación no fue suficientemente satisfactoria. En el caso de Francia, que los hierros que se le pusieron eran muy buenos, algo falló y todo se le infectó por dentro. Este lunes pasado tuvieron que operarla de nuevo, pero algo no termina de estar bien. Su madre está desesperada, porque no sabe ya qué hacer. Por todas partes le piden dinero. Lo más grave es que le piden hasta para ponerle sangre, después de haber conseguido los donantes correspondientes. Es un abuso, se mire como se mire…

El caso de Elías es diferente. Él tuvo un accidente que le rompió la pierna por la parte de arriba. Consiguió “fiado” el dinero para comprar los hierros más baratos (que aun así costaron 900 euros) y, al poco, un día se mareó, cayó y se le rompieron los hierros dentro de la pierna. La foto que tomé a la radiografía no es muy buena, pero se puede ver el destrozo…

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Ahora se ve teniendo que pagar los hierros viejos y buscando dinero para comprar unos mejores para poder volverse a operar.

En fin, voy despidiéndome. Cuando vuelva a escribiros estaremos ya en el 2017, así que os deseo a todos una buena entrada de año y, sobre todo, una muy feliz navidad. Que podamos vivirla desde el acontecimiento del pesebre, y no desde las tiendas. Que encontremos tiempo para profundizar en el Misterio que supone que todo un Dios decida seguir encarnándose cada día en nuestra realidad, que quiera seguir naciendo en el corazón de todos aquellos que lo buscamos y lo anhelamos. Que la fiesta que hagamos tenga como motivo celebrar esto tan importante, que sigue latiendo en el corazón de nuestro mundo.

Un abrazo grande, junto con mi cariño y oración.

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana