CARTA DESDE MANOGUAYABO

Batey Bienvenido, Manoguayabo, 2 de junio de 2017

 

Queridos todos:

Espero que os encontréis bien y que hayáis tenido un buen mes de mayo. El mío ha sido muy movidito, tanto a nivel de escuela, como de pastoral vocacional y de los proyectos.

En la pastoral vocacional hemos tenido varias actividades. Una de ellas es el Telar mensual que tenemos en casa, el cual se va poco a poco consolidando aunque siguen apareciendo gentecilla nueva que se va enterando. Hay muy buen ambiente y los chicos se lo toman suficientemente en serio. También a mediados de mes viajamos Aurimar y yo al norte del país con los claretianos, y tuvimos un encuentro al que asistieron 70 jóvenes.

Es algo que queremos continuar el próximo año. Y, por último, hemos montado también un Talent Show con motivo del Día de la Vocación Claretiana que las misioneras claretianas celebramos el 31 de mayo, y del cual os hablaré más tarde.

En la escuela, aparte de la Eucaristía de Pascua, hemos organizado varias actividades de Pastoral. Para empezar, como el 1 de mayo es el día del trabajo, montamos una mesa redonda a la que invitamos a participar a cinco trabajadores de diferentes profesiones: un contable, un chófer de guagua, un ingeniero, una persona de las que limpian la escuela y otra de las que se dedican a hacer frituras y venderlas en la calle. El objetivo era doble: por una parte, resaltar la importancia que tiene el trabajo en nuestras vidas y, por otra, dejar claro que todos los trabajos tienen la misma dignidad y son igualmente importantes. Tuvimos muchos inconvenientes porque a última hora me fallaron dos de los que tenía seleccionados y tuve que salir a la calle a buscar otros dos sobre la marcha… el micrófono de la escuela no funcionaba bien… y por si fuera poco, de pronto se puso a llover a cántaros y el ruido que hacía la lluvia sobre la uralita del techo era en algunos momentos francamente ensordecedor… pero la realidad es que la experiencia fue muy buena. Los participantes lo hicieron muy bien y los alumnos les hicieron preguntas bien profundas. Algunos de ellos, cuyos padres se dedican a trabajos no muy reconocidos, me contaron al día siguiente que les había gustado mucho y les había servido para valorar más a sus padres y aquello a lo que se dedican, a pesar de las burlas que suelen recibir por parte de otros compañeros.

Otra cosa que hemos realizado es una actividad de prevención sexual para los alumnos de 3º a 8º. Realmente la primera idea estaba pensada para 6º a 8º, pero en los cursos pequeños se están dando tantos problemas relacionados con este tema, que las mismas maestras pidieron que también se les ofreciera a ellos. Vinieron a dirigir la actividad dos de las chicas que trabajan en Fe y Alegría, a la cual pertenece nuestra escuela, y lo hicieron muy bien. Su estilo sencillo y cercano hizo que los alumnos se sintieran cómodos para contar todo lo que viven en su ambiente. Es difícil contar por este medio algunas cosas de lo que allí se oyó, pero os aseguro que escuchar a niños de 8 años hablar de abusos, violaciones e incluso muertes con tanta naturalidad, pone los pelos de punta a cualquiera. Con semejante escenario violento, es fácil de entender muchos de sus comportamientos… y un gran reto el que tenemos por delante como escuela.

Por otra parte, el pasado domingo llegó un grupo de voluntarios de Puerto Rico para hacer una experiencia misionera de una semana. Son profesores de una academia bilingüe y querían conocer esta realidad. Organizamos un plan de actividades de tal manera que pudieran estar por las mañanas en las Clases de Alfabetización y por las tardes en la Escuela. Así, han ofrecido diferentes talleres, cada uno de su especialidad pero combinados entre sí, mediante los cuales los niños y adolescentes han disfrutado al tiempo que han aprendido. Y para terminar, hoy nos han ayudado en la organización del “Talent Show” del que os hablé al principio, en el que, quien ha querido, ha mostrado sus talentos. Una manera de potenciar las cualidades y talentos de nuestros alumnos, muchas de ellas desconocidas. En fin, como veis, muchas cositas, y todas buenas.

En cuanto a la parte de los proyectos, las Clases de Alfabetización están ya casi a punto de terminar. Aún falta un par de semanas, pero hay que ir pensando en los exámenes finales… Los chicos han disfrutado mucho con las actividades organizadas por los voluntarios, y estos a su vez han alucinado con la capacidad que tienen muchos de los niños, sus ganas de aprender y lo mucho que valoran y agradecen lo que se les ofrece. Terminaremos el curso con una fiestecita de despedida en la que habrá juegos y merienda.

Los enfermos siguen con sus achaques y sus penas. Quienes más me preocupan ahora son dos personas. El primero, un chico joven del que os hablé hace ya un par de años o tres, que lo conocí porque la gente del batey me dijo que estaba muy mal. Cuando lo encontré lo convencí para llevarlo a hacerse análisis y ahí descubrimos que tenía VIH. Su madre había muerto tres años antes de eso y su padre también lo padece. Entró en el Plan de Salud Integral y durante todo este tiempo lo hemos estado ayudando con comida, medicinas y análisis médicos. Durante un tiempo se mejoró, incluso engordó, pero lleva ya un año con diarreas continuas y cada vez está peor. Últimamente ha tenido que ir varias veces al hospital, cuando ya se veía sin fuerzas, pero lo único que allí le hacen es tenerlo unas horas con suero y mandarlo a su casa. Hace un par de semanas, por fin, lo internaron varios días. Pero tampoco ha servido de mucho. No sé cuánto aguantará.

La segunda persona que más me preocupa es Luciana, una viejita de la que también creo que os he hablado alguna vez. Ella tiene muchos dolores que ya no tienen remedio, pero hará cosa de un mes tuvo que ir al médico por una infección vaginal. Lo que le recetaron era muy bueno y le aseguré que con eso se pondría bien. Sin embargo, no fue así. A las dos semanas volví a visitarla y seguía mal. Como me parecía imposible, le preguntamos muchas cosas y ahí fue donde descubrimos algo de lo que yo todavía no era consciente. Resulta que ella, como mucha gente, vive en unos barracones que se hicieron en un callejón. Se trata de cuartuchos pequeños en los que tienen todo: la cama, sus pertenencias e incluso el fogón para cocinar. Por supuesto, no hay baño. Toda la gente de esa zona usa unas letrinas que hay cerca del parque. La pobre mujer nos contó que, cuando va a las letrinas, las cucarachas y otro tipo de bichos le pican en sus partes íntimas. Obligatoriamente tiene que sentarse, porque las pocas fuerzas que tiene y el mal estado de sus huesos no le dan para hacer sus necesidades de pie. Fue muy triste saberlo, la verdad. Desde entonces, sueño con la posibilidad de tener algún sitio donde ella y otros viejitos que viven en circunstancias similares, puedan vivir con un poco más de dignidad y de atención. Pero eso requiere de muchos recursos que en este momento no tenemos. Seguiremos pensándolo, porque son muchos los que lo necesitan.

Y por la parte del proyecto Sin Papeles No Soy Nadie, el movimiento ha sido tremendo. A lo largo del mes hemos conseguido declarar a muchos niños, algunos nuevos que han ido llegando, y también otros que, después de depositar sus documentos, les dijeron que había que hacer un proceso de investigación y que tendrían que darle seguimiento en seis meses. Sigue siendo precioso ver las caras de felicidad de esas madres y padres cuando ven que por fin sus hijos están declarados y van a poder inscribirse en la escuela.

Claro, que aún hay muchas que no pueden terminar su proceso porque son haitianas y tuvieron hijos con hombres dominicanos. A ellas les exigen tener el pasaporte para poder declarar a los hijos. Lo bueno es que a mediados de mes llegaron 12.000 pasaportes del PIDIH, de los que se hicieron hace tres años. Con ese motivo, y por cuestiones políticas, se organizó un evento desde la Embajada de Haití para anunciarlo a bombo y platillo, al que fui invitada. Mucho politiqueo y mucha cámara de televisión, pero bueno, fue interesante asistir.

El caso es que un par de semanas después me enfadé mucho con ellos. Hasta ahora yo siempre he ido y me han ido entregando los documentos que van llegando de la gente que tengo en mi lista. Pero se ve que esta vez, por eso de darle publicidad al tema de los muchos pasaportes que se habían recibido, ellos mismos me propusieron venir y entregarlos por sí mismos. Así, quedamos en que yo congregaría a la gente para el día 24 por la tarde, ellos vendrían y repartirían. Hice grandes esfuerzos por regar la voz para que todo el mundo se enterara, porque tengo gente de Hato Nuevo y Bienvenido, pero también de otros lugares bastante lejanos que han aparecido para que les ayude. Ese día había gente ya desde por la mañana, a los que tuve que decirles que volvieran a las 3 de la tarde. Hubo gente que se pidió permiso en el trabajo, gente que caminó desde muy lejos… A las 3 de la tarde tenía más de 300 personas allí. Como no llegaban, empecé a llamar por teléfono. No respondían. Cada vez me iba temiendo más lo peor. No fue hasta pasadas las 4,30 de la tarde que devolvieron la llamada y me dijeron que al final no iban a venir porque no tenían suficientes documentos para entregar como para que les fuese rentable venir a entregarlos y que Madame Celestine quería llamarme para pedirme disculpas. No sé cuál es el número de documentos que ellos consideran necesario para calificar como “rentable” un evento, ni tampoco quiero saberlo. Yo sólo sé que le dije un par de cositas con mucha claridad, colgué, lloré de rabia e impotencia, me sequé las lágrimas y salí a dar la cara y a dar una información que la mayoría de los congregados ya sabía que pasaría porque, según ellos, “conocen a su gente”.

Sinceramente, lo pasé francamente mal. Por mi parte, me parecía una falta de respeto, ya no sólo que no hubieran aparecido después de tener todo montado, sino el hecho de que ni siquiera se hubieran dignado a avisarme. Y si respondieron fue porque puse a alguien a seguir llamándoles desde un teléfono con prefijo de EEUU, y fue a ese número al que devolvieron la llamada. ¡Patético! Pero mi parte me daba más igual. Lo que realmente me dolía es el hecho de que jueguen con los sentimientos y con la vida de la gente, de “sus hermanos haitianos”, como los denominé cuando hablaba por teléfono con el responsable del plantón. Esta gente está desesperada por tener sus documentos. Muchos de ellos, que antes tenían trabajo, han sido despedidos hasta que salga su pasaporte. La sola posibilidad de que esa tarde pudieran recibir algo ya les llenó de ilusión y de esperanza. Una ilusión y una esperanza que quedó tan aplastada como una pobre hormiga pisoteada en el suelo. ¡De veras, me indignan estas cosas!

En fin, la gente fue muy comprensiva conmigo, todos tenían claro que no era culpa mía. Muchos, al ver mi indignación, vinieron incluso a consolarme… ¿no es irónico? En vez de consolarlos yo a ellos, ellos consolándome a mí y agradeciendo todos mis esfuerzos y desvelos, diciendo lo mucho que me quieren y reconociendo que nunca nadie ha hecho tanto por ellos. Muy conmovedor, de verdad.

El caso es que ya les dije que, como tenía que salir pronto de viaje, fueran ellos directamente a la Embajada a preguntar. Lo siento por los muchos que no se regularizaron y que corren peligro de ser atrapados por los de Inmigración si van a la ciudad. A algunos de ellos los llevé en la siguiente guagua que puse para la gente que no entró en ese plan y que aún no tiene pasaporte o lo tiene vencido. Esta es otra sección diferente del proyecto. En este caso, haciendo el recuento de los pasaportes que he hecho en este año, veo que hemos superado la centena. ¡Ya son 104! No sabemos cuándo irán llegando, porque todavía no han llegado los que hicimos a finales de septiembre del año pasado, pero al menos, ellos ya tienen la tranquilidad de haberlo solicitado.

Me temo que esta vez me ha salido una carta mucho más larga de lo habitual, pero bueno, así os pongo al día de todo y compenso el retraso a la hora de enviarla. Además, en julio no tendré posibilidad de escribiros porque tengo que asistir a un evento de la Congregación, con lo cual, me despido hasta agosto. Confío que todos tengáis un buen verano, con el merecido descanso en vacaciones.

Un abrazo grande y todo mi cariño,

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana