Batey Bienvenido, Manoguayabo, 15 de abril de 2018
¡Hola a todos y Feliz Pascua!
De nuevo me acerco a vosotros para compartir cosas de esta partecita del mundo. Aunque hoy, además de contaros de mi realidad dominicana, voy a hablaros de otros proyectos de KORIMA que se llevan a cabo cerca de aquí, en Cuba, la isla vecina. Estuve por allá la semana pasada y tuve la oportunidad de visitar los lugares donde se llevan a cabo e incluso compartir con algunas de las personas beneficiarias de dichos proyectos.
Así, puedo contaros que en la ciudad de Santiago de Cuba se está desarrollando el proyecto Renacer a la Esperanza, el cual consiste en unos talleres de confección que se ofrecen a mujeres interesadas en ello. Estas mujeres aprenden a realizar patrones, cortar, coser… de tal manera que luego pueden fabricar prendas para vender y sacarse un dinerillo para mantener a sus familias. El taller se viene realizando desde hace muchos años en un barrio que se llama Chicharrones, en la casa de doña Graciela. Esta señora ofrece con mucha generosidad su casa, no sólo para el taller de costura, sino para cocinar cada día para más de 200 personas, e incluso para tener celebraciones litúrgicas, puesto que en el barrio no hay ninguna iglesia ni capilla. Su generosidad es digna de admiración. Las clases de costura las imparte la profesora Lilia, la cual es admirada por su disponibilidad, paciencia y buen hacer. Así, todos los martes las mujeres acuden con entusiasmo a recibir sus clases y, cada dos semanas, además de aprender a coser, reciben también algo de formación cristiana que impartimos las misioneras claretianas.
El año pasado, se decidió ampliar el proyecto a otra zona cercana y tan vulnerable como Chicharrones, que es el barrio de El Polvorín. En este caso, la reunión tiene lugar en casa de doña Lidia, una viejita muy simpática y acogedora, que siempre tiene una sonrisa y “un cafesito” o “un juguito” para regalar a quien la visita. En este lugar ya se ha formado un buen grupo de mujeres interesadas en participar en el taller aunque, por el momento, solo tienen formación cada martes, puesto que aún están en trámites para conseguir dos máquinas de coser y los tablones para hacer las mesas de costura. Realmente la realidad en Cuba es complicada y sigue habiendo problemas para conseguir cosas tan básicas como esas. Pero… Cuba es Cuba, y sólo puede comprenderse cuando se conoce la realidad “no turística”. Ojalá los trámites culminen pronto y la casa de doña Lidia se llene pronto de costureras.
Aparte de este proyecto de KORIMA, las hermanas promocionan otros, principalmente de formación cristiana, en diferentes barrios marginales. Y Anunciación Izquierdo continúa manteniendo en activo el proyecto Un Solo Corazón, que KORIMA apoyó en sus comienzos. Se trata de un grupito de mujeres que se dedican a coser en sus casas batas que luego regalan a mujeres enfermas y ancianas. Es bonito ver el cariño que todas ponen en ello.
Allá en Santiago de Cuba, tuve ocasión también de compartir un rato con los coordinadores de la Familia Laical Claretiana. Se trata de un grupo formado por 65 seglares de todas las edades, de diferentes parroquias y profesiones, que pretenden llevar el Evangelio a todos los ámbitos de sus vidas, al estilo de María Antonia París y de Antonio María Claret. Su identidad claretiana les mueve a trabajar en cualquier apostolado. Se han organizado en diferentes grupos, tales como la “Infancia claretiana” para los pequeños, el “Grupo Esperanza”, que atiende a personas que viven solas, el “Grupo de la misericordia”, que acompaña espiritual y materialmente a laicos que atraviesan situaciones de enfermedad… La comunidad completa de claretianas les acompaña y asesora de manera continua y cercana en todos los pasos que van dando. Esta Familia es un regalo para nosotras.
Después de estar en Santiago, me fui a Guantánamo. Allá se llevan a cabo dos proyectos de KORIMA. Uno, el de Desarrollo de Valores Cristianos y Humanos, pero de ese no puedo contaros porque no tuve oportunidad de conocerlo. El otro, Tengo Derecho A Ser Feliz, es un proyecto precioso, que se realiza en diferentes campos de los alrededores, algunos de muy difícil acceso. Las hermanas lo desarrollan en equipo con los misioneros claretianos, y lo que se pretende es fomentar el desarrollo integral de los niños y adolescentes de la zona mediante la educación en valores y la realización de talleres que contribuyan, no sólo a su autodesarrollo, sino a la mejora de las relaciones inter-familiares y sociales, y a la progresiva transformación de su realidad. En cada zona se busca una casa que abra sus puertas a los muchachos el día del taller. Y cada casa ofrece lo que tiene, la mayoría solo el suelo… pero eso es suficiente para poder realizar lo que se pretende. Los niños aprenden, disfrutan… y se les va notando un cambio, según cuentan a sus padres las maestras de las escuelas a las que acuden. Y eso es bueno. Muy bueno. Es estupendo saber que, gracias a estos proyectos, gracias a vosotros, que los estáis apoyando, estos niños tienen la oportunidad de ser algo más de lo que les ofrece las circunstancias del contexto en el que viven. Desde aquí, mi agradecimiento y el de las claretianas y claretianos que día a día se entregan a esta bonita misión.
Por mi parte, he llegado hace un rato del interior del país. Viajé allá ayer por la mañana, para ofrecer junto con los claretianos, un encuentro para jóvenes en un lugar llamado Cabirmota, en La Vega. Es la primera parroquia a la que vamos que no es claretiana, y la experiencia fue muy buena. Nos acogieron muy bien y los muchachos participaron muy activamente en el encuentro que habíamos preparado. Quieren que volvamos, así que el trabajo sigue multiplicándose… lo cual no deja de ser bueno.
El próximo sábado tengo que volver a hacer el mismo viaje, pero esta vez acompañada de mis hermanas de comunidad, puesto que vamos a participar en el primer encuentro de Familia Claretiana de República Dominicana. Ya os contaré.
Por lo demás, os cuento que los niños de las clases de alfabetización ya tienen su uniforme. En realidad, es solo una camiseta, pero para ellos es mucho. Debemos agradecer el hecho, en primer lugar, a nuestra querida Pili Sáez, que nos hizo el diseño de manera creativa y cariñosa. Ella estuvo un mes por aquí hace un par de años, participando en la experiencia misionera que ofrece KORIMA. En ese tiempo, dio formación a las maestras, ayudó a decorar la escuelita y se encariñó tanto con los niños del proyecto que no se me ocurría nadie mejor que ella para hacer el diseño. En segundo lugar, a nuestra incansable Aurimar Santiago, quien estuvo cinco meses el año pasado viviendo con nosotras, haciendo una experiencia más prolongada. Ella estuvo impartiendo en las clases de alfabetización un taller de manualidades que fue la gozada de los muchachos y de las maestras, y también se enamoró del proyecto de tal manera, que montó una campaña entre sus conocidos para recaudar fondos con los que hacer las camisetas. Es a todos ellos a quienes agradecemos, en tercer lugar, por su generosidad, ya que gracias a ese dinero hemos pagado una parte del pedido realizado. El dinero no dio para todos, puesto que los precios han subido respecto al año pasado y que en este momento contamos con 73 alumnos, casi el doble que el año pasado… De hecho, hace un par de semanas tuve que ir a comprar más sillas porque ya no había para todos. Las maestras me han prohibido que inscriba más niños porque no dan abasto, pero no os imagináis la pena que me da tener que decir que no tengo más sitio a los padres que vienen pidiendo que acoja a sus hijos…
Bueno, pues aquí lo dejo. Ya os contaré el próximo mes de los otros proyectos para no extenderme ahora más. Un abrazo grande para cada uno y mi oración.
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana