CARTA DESDE MANOGUAYABO

Batey Bienvenido, Manoguayabo, 16 de enero de 2021

Queridos amigos:

Espero que el nuevo año 2021 os haya encontrado a todos bien, también a vuestras familias.

Siento mucho no haber escrito durante los últimos meses. Dejé de hacerlo porque me detectaron una epicondilitis en el brazo derecho y el médico me prohibió escribir y digitar (entre otras muchas cosas) hasta que me recuperara. Esto ha sido mucho más largo de lo que nunca pensé, porque se complicó con otros problemas de espalda y cuello que estaban afectando a la recuperación. El caso es que, después de varios meses de terapia, el brazo sigue sin estar bien del todo, pero ya estoy mejor.

Eso no significa que haya estado todo este tiempo sin digitar, ¡ni mucho menos! Lo que pasa es que, desde que empecé a hacerlo, no he encontrado el momento adecuado para escribiros.

Estos últimos meses han sido complicados. El coronavirus ha causado estragos, como en todas partes. Afortunadamente, en el batey no se han contagiado muchas personas. Es verdad que varias han muerto de covid, pero han sido relativamente pocas. Y la mayoría de los que nos hemos contagiado no ha sido con los síntomas de neumonía, sino con los de fiebre, dolor de cabeza y pérdida de los sentidos del gusto, oído y olfato. Yo, de hecho, me contagié y me recuperé bien, pero, después de meses, sigo sin oler (a menos que me lleve las cosas a la nariz) y no he recuperado todo el oído.

Como en muchos lugares, en el país se han recrudecido las normas a causa de lo que han aumentado los contagios. De hecho, volvemos a tener toque de queda a las 5 de la tarde de lunes a viernes, y a las 12 del mediodía los fines de semana.

Por lo que toca a los proyectos, durante este tiempo hemos seguido entregando alimentos cada 15 días a más de 100 familias y medicinas a los enfermos habituales y otros que han ido apareciendo.

Lamentablemente, hemos perdido a gente querida, como Polo, esposo de mi compañera Ana, Tontón, cuñado de ella, y a nuestra querida Odeta. Después de tantos sufrimientos, ya descansan.

Otra de las enfermas de las que os he hablado mucho, Adline, milagrosamente sigue viva. Eso sí, tuvimos un episodio muy doloroso con ella hace un mes. Se ve que alguien denunció que vive sola con su hija Phaimie de once años, que la cuida, de tal manera que un día aparecieron los del CONANI (Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia, una institución que garantiza los derechos fundamentales de los niños y adolescentes en República Dominicana) y, sin más, se llevaron con ellos a Phaimie. Tuve que mover cielo y tierra para averiguar dónde se la habían llevado y para demostrar que no era justo que separaran a madre e hija. Cuando les quedó claro que ambas están bien atendidas porque les pagamos el alquiler del cuarto donde viven, que les damos alimentos y medicinas, que inscribimos a Phaimie en la escuela y le proporcionamos todo lo que necesita para seguir sus clases… por fin, me entregaron a la niña. No os podéis imaginar el grito que la madre dio cuando me vio aparecer con ella y el abrazo tan largo y apretado que me dio, después de a su hija, claro está. Dadas las circunstancias, no pude evitarlo. Mi primer y único abrazo desde que empezó la pandemia. Y, ¿os digo algo? ¡Me supo a gloria!

En cuanto al proyecto Sin Papeles No Soy Nadie, ha seguido funcionando a tope, ayudando a declarar niños, sacando actas de nacimiento y pasaportes haitianos y consiguiendo también los documentos que migración está pidiendo para que los extranjeros puedan renovar su carnet de regularización.

Eso sí, lo de los pasaportes está siendo un dolor de cabeza porque, por ciertos motivos, en Washington decidieron bloquear todos los primeros pasaportes que se hicieron en el 2020. De hecho, durante los últimos meses solo me entregaron algunos de los que estaban renovando. Afortunadamente, di en la embajada con una persona que valora mucho el trabajo que estoy haciendo con los haitianos y me ayudó con ciertas diligencias para que desbloquearan los pasaportes de mi gente. Justo antes de navidad me llegaron 30 de los que estaban bloqueados… ¡los habíamos hecho en febrero! En este momento me deben más de 600 pasaportes, y confío que vayan llegando, porque la gente está muy desesperada y se siente, con toda la razón del mundo, engañada.

Otra novedad en ese sentido es que este mismo hombre (el que me ayudó con el desbloqueo en Washington), al ver que cada semana llevaba tanta gente a la embajada, me propuso la posibilidad de venir ellos al batey a hacer los pasaportes de mi gente. Así, la casita que tengo alquilada, y que uso como oficina y como Escuelita, se ha convertido durante los últimos meses en una pequeña embajada en la que, cada tres semanas, 80 personas han podido hacer los trámites para solicitar su pasaporte.

Tengo que contaros también sobre La Escuelita. Viendo las primeras condiciones que impuso el Ministerio de Educación para reanudar las clases, me di cuenta de la imposibilidad de mantener a los 80 alumnos que teníamos el curso pasado. Por tanto, me hice el propósito de inscribir al mayor número posible de niños en las escuelas de la zona. En la Escuela de adultos me aceptaron a todos los que ya habían cumplido 13 años. Y a otro buen grupo me los inscribieron en una de las escuelas del batey, en diferentes cursos, ya que desde el Distrito escolar me dieron permiso para hacerlo, aunque no tuvieran código en el sistema de gestión. Esto antes era imposible, así que es una ventaja que ha traído la pandemia. Me siento muy agradecida por todo eso, la verdad.

De los que estaban el año pasado solo quedaron 18 por inscribir. En el Distrito me dijeron que les iban a buscar plaza en alguna escuela. Hasta el momento no hay noticias, no sé qué pasará.

Y a los únicos que decidimos dar clase es a los 22 pequeñitos de 5 años que inscribí en junio, antes de saberse que las clases terminarían siendo virtuales. Así es. El Ministerio de Educación ha organizado el curso ofreciendo las clases por la televisión, cada curso en un canal, y en diferentes horarios. Después, las maestras mandan la tarea por Whatsapp. Nosotras decidimos funcionar así también, pero, en la primera reunión de padres que convoqué, nuestros planes se fueron al traste al saber que, de las 22 familias, ¡solo dos tienen televisión! Y, por supuesto, no todos tienen Whatsapp… Lo bueno es que, una semana después de llevarme este chasco televisivo, supe que se había permitido dar clase dos días de la semana en aquellos lugares donde la gente es tan pobre que no tiene ni tele. Y así lo estamos haciendo. Dividí el grupo en dos, de tal manera que 11 pequeños vienen a clase lunes y miércoles, y los otros 11 los martes y jueves. Por supuesto, guardando todas las precauciones.

Lógicamente, este año no pudimos hacer la fiesta de navidad. No obstante, los niños tuvieron la suerte de tener regalos que un mago de Oriente les trajo el 4 de enero. A juzgar por el color de su piel, sin duda, ¡era Baltasar!

Bueno, pues estas son, en resumen, las noticias que puedo contaros. Os envío mis mejores deseos, y lo digo de corazón. Ojalá todos seamos capaces de sacar algo positivo de esta situación tan dolorosa que estamos viviendo, y aprendamos a valorar las cosas verdaderamente importantes de la vida.

Un abrazo en la distancia y mi oración para todos y cada uno de los que me leáis.

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Gema

    Fantástica como siempre. Haces. una gran labor, nada sería igual sin. tu esmero. y dedicación. Desde. aquí oramos para. que. puedas c o seguir tu. propósito. Un. fuerte abrazo
    Gema

  2. María del Pilar Sáez García

    Querida Lidia! Qué gran labor seguís realizando en el Batey y cuánto me alegra que te vayas recuperando algo. Aunque tienes que cuidarte un poco más.
    Siento mucho la muerte de Polo, porque le conocimos y valoramos su colaboración con vuestra obra. Qué grandes personas él y su mujer Ana.
    Dale mis condolencias a su familia.
    Suerte para todos los proyectos en marcha y un abrazo muy grande. PILI

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