Batey Bienvenido, Manoguayabo, 30 de junio de 2016
¡Hola a todos!
Justito… justito… terminando el mes, pero aún llego a mi cita mensual con vosotros, como siempre, con el deseo profundo de que todos os encontréis bien.
Imagino que la mayoría ya estará disfrutando de algo de vacaciones, ¿verdad? Aquí ya lo estamos también, al menos, en lo que se refiere a la escuela, puesto que hace un par de días se entregaron las notas y ya alumnos y maestras se fueron para no regresar hasta agosto.
En casa, en nuestro centro de evangelización, aún falta por terminar el campamento para los niños que están en catequesis.
Y respecto a las clases de alfabetización, también están ya de vacaciones. Terminamos el mes de mayo con la fiesta del día de las madres. Creo que os comenté que aquí se celebra el último domingo de mayo, pero nosotros tuvimos una fiestecita con las madres el día siguiente, lunes 26. Yo no pude asistir porque estaba en Miami por otros asuntos, pero me contaron que fue todo un éxito. Los niños habían preparado un regalito para las madres, así como diversas actuaciones, y todo se desarrolló en ambiente lúdico, sencillo y familiar. Dadas las múltiples realidades que tenemos entre nuestros niños, se procuró que ninguno se sintiera mal, especialmente los que fueron abandonados o los que quedaron huérfanos. A estos se les propuso que invitaran a la fiesta a quien para ellos sea como su mamá, sea hombre o mujer, familiar o no, y que a esa persona le dieran el regalito. Incluso hubo quien decidió que, estando ya en el cielo su mamá, se quedaría con el regalito para recordarla de una manera especial cada vez que lo vea. El caso es que las maestras tuvieron mucho cuidado en que todos se sintieran bien y, sobre todo, muy queridos.
Las clases continuaron durante las dos semanas siguientes, luego tuvieron sus exámenes y, por fin, el 16 de este mes fue su último día de clases, con entrega de notas incluida. Nos sentimos muy contentas con la labor realizada, ya que muchos de ellos ya saben leer y escribir, sumar, restar y hasta hacer multiplicaciones sencillas. A otros les cuesta más, como es natural, pero la evolución en todos es favorable y satisfactoria. La pena es que al final la directora de la nueva escuela no me los ha inscrito en la escuela para el próximo curso, como me había prometido. Cuando fui a hablar con ella por ese tema, me dijo que por el momento sólo estaba queriendo inscribir a niños de 6 años (y los nuestros tienen de 7 para arriba…) y que, si quería, le podía buscar a 20 que hubieran nacido en el 2010. En menos que canta un gallo ya tenía los 20 niños y, al menos esos, aunque no sean de los que tenemos en alfabetización, ya están inscritos. En fin, ¡cosas de la vida! Pero… aún me queda un cartuchito por quemar y, aunque no tenga muchas probabilidades de conseguirlo, voy a intentarlo la próxima semana por otra vía, a ver si al menos consigo que me inscriban a cuatro de los muchachos, que son brillantísimos.
Por último, este sábado tuvimos con ellos la salida de fin de curso. El año pasado los llevamos al zoológico y este año decidimos ir al acuario nacional. Es un sitio grande, además de interesante, con mucho espacio para que ellos pudieran correr y jugar todo lo que quisieran. Disfrutaron de lo lindo… Y con eso, ya les hemos dado vacaciones hasta el día 1 de agosto, en que reanudaremos las clases.
Y en lo que no hay vacaciones, sino más bien todo lo contrario, es en los otros dos proyectos, el de Son Nuestros Hermanos y, sobre todo estos días, el de Sin Papeles No Soy Nadie. Resulta que se ha corrido la voz, no sólo por Bienvenido y Hato Nuevo, sino por otros lugares bastante lejanos, que estoy ayudando a declarar a los niños, así que todos los días, al abrir la puerta, me encuentro una larga fila de gente buscando ayuda. A fecha de hoy son 171 los expedientes que tengo, cada uno de ellos de varios niños (algunas mujeres tienen hasta nueve hijos…), unos nacidos en el hospital y otros nacidos en la casa, sin ningún papel de ningún tipo.
Según si nacieron en el hospital o en la casa, es un procedimiento distinto. Si nacieron en el hospital, hay que ver si tienen la constancia de nacimiento. En caso negativo, tienen que pasar por la odisea de conseguirla, y según qué hospital sea, tardan más o menos en darla. En caso de que tengan la constancia, lo más normal es que el nombre de la madre esté mal escrito, porque hasta el año pasado la mayoría no tenía ningún documento de identidad y, al dar el nombre en el hospital, se escribía mal. En estos casos hay que buscar siete testigos dominicanos que firmen una declaración jurada para poder realizar el cambio de nombre. Cuando se consigue, ya pueden ir a la oficialía a presentar los papeles, y ahí ya todo depende de lo que les digan, porque ni siquiera siempre aplican los mismos criterios, ¡un caso!… Al principio me limitaba a tramitarles la documentación y enviarlos por su cuenta a la oficialía, pero dado que muchos tardaban en hacerlo por su cuenta y que resultaba más complicado darles seguimiento, opté por ofrecerles ir en grupo en una guagua que contrataba una vez a la semana. Esto es, ciertamente, más efectivo, aunque en estos momentos con una guagua a la semana ya no doy abasto y tengo que poner dos, pero eso, lejos de ser un problema, es una bendición. Y aunque todo es lento, se van consiguiendo resultados. A los muchachos que pasan de 7 años, una vez que les aceptan el trámite, les dicen que tienen que darle seguimiento en 6 meses. Pero a los menores de 7 sí que les dan la inscripción de nacimiento para que puedan sacar el acta. Puede parecer que, después de todo este tiempo, haber conseguido las inscripciones de 24 niños, que es lo que hemos conseguido a fecha de hoy, es poco. Pero ciertamente no lo es, teniendo en cuenta la lentitud de los procesos y de las trabas que se encuentran. La pena es que se tarde tanto, debido a las fechas en las que estamos porque, como creo que os mencioné en otra carta, el Ministerio de Educación ya exige que los niños tengan acta de nacimiento para poder disfrutar del derecho a la educación (qué paradoja, ¿verdad? Se piden unos requisitos para poder acceder a un “derecho fundamental” y al mismo tiempo no se facilitan esos requisitos…). Pero bueno, en medio de los agobios por estar en tiempos de inscripciones, desde aquí hacemos lo que podemos para que todos los que puedan lo consigan cuanto antes.
Además del tema de los niños, está el de los adultos. Son muchos los que el año pasado no llegaron a entrar, por diferentes motivos, en el Plan de Regularización. En este sentido, a los que ni siquiera tienen acta de nacimiento haitiana, se la estamos consiguiendo en el mismo Haití, gracias a un contacto que tengo. Se oyen rumores de un posible Segundo Plan de Regularización, gracias a la presión que muchos países están realizando sobre República Dominicana. Ojala sea cierto y se anuncie pronto. Yo ya tengo una buena lista de gente que lo necesita…
En fin, como veis, aquí hay tantas necesidades que no hay tiempo para aburrirse ni para pensar en vacaciones. Mi oficina está llena de expedientes, pero tengo claro que eso que parecen simples papeles, no son sólo papeles, son vidas humanas que merecen tener una identidad para poder gozar de todos sus derechos y obligaciones, como es mínimamente el de poder ir a la escuela, y, sobre todo, para vivir con la mayor dignidad posible. Ayudadme con vuestra oración para que todos estos procesos lleguen a buen puerto.
Un abrazo grande para cada uno y mi oración,
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana