Batey Bienvenido, Manoguayabo, 16 de noviembre de 2021
Queridos amigos:
Un saludo lleno de cariño desde esta tierra dominicana en la que me encuentro.
Como ha venido pasando en mis últimas cartas, tan esporádicas, comienzo diciendo lo mucho que siento haber tardado tanto en dar señales de vida, al tiempo que os agradezco de corazón a todos los que en diversos momentos me las habéis reclamado. Ciertamente, el ritmo que llevo hace que me cueste sacar ratos para escribir.
Hace poco que hemos terminado el mes de octubre, mes misionero por excelencia en toda la iglesia y, además, un mes especial para la Familia Claretiana por celebrar la fiesta del padre Claret.
Como siempre, octubre estuvo cargado de actividades. Por una parte, comenzamos el nuevo curso en La Escuelita. Como seguimos con las normas de la pandemia, solo hemos aceptado inscripciones de 24 niños de 4 y 5 años, de tal manera que la mitad vienen lunes y miércoles, y la otra mitad los martes y jueves. Así podemos mantener las distancias y las normas necesarias. De todas formas, es un dolor, porque se han quedado fuera mas de veinte niños de esa misma edad que también querían entrar en La Escuelita. Se me rompe el corazón cada vez que tengo que dar un “no”.
En cuanto a los alumnos que teníamos el año pasado, conseguimos inscribirlos a todos menos uno en la escuela pública. En septiembre, justo antes de que comenzaran sus clases, organizamos una pequeña fiesta de despedida en la que hubo juegos, concursos con regalitos, entrega de una mochila con materiales educativos y entrega también de un trocito de tarta y refresco, que se les preparó para llevar y comer en casa, por cumplir las normas de la pandemia. Las mochilas fueron una donación de nuestra querida Aurimar, y los materiales educativos que se incluyeron fueron donados por una señora que supo de la existencia de La Escuelita y quiso colaborar. A ambas les estoy muy agradecida.
Además de La Escuelita, seguimos repartiendo alimentos a 120 familias cada dos semanas. Habíamos reducido la lista sacando a algunas familias que empezaban a recuperar o encontrar algo de trabajo. Sin embargo, el reciente terremoto de Haití y las diferentes y dolorosas circunstancias que el país vecino está sufriendo en estos últimos meses, ha hecho que mucha gente esté llegando al batey, huyendo de Haití, y con nada más que lo puesto, por lo que no hay manera por el momento de reducir el número de familias a las que se ayuda. Y esto es algo que me preocupa, porque la Fundación que me da el dinero para los alimentos ya me avisó que para enero 2022 la donación mensual se reducirá a la mitad, como era antes de la pandemia. Ya veremos cómo hacer cuando llegue el momento…
En cuanto a lo que mencionaba de la situación de Haití, realmente es preocupante. Primero vino en el mes de julio lo del asesinato de Jovenel Moise, el presidente. Luego, la catástrofe del terremoto que causó tanta devastación… Nosotras, gracias a la ayuda de KORIMA, hemos podido aportar para ayudar en los primeros auxilios a la gente afectada, y aun guardamos una parte del dinero recibido para cuando llegue la fase de reconstrucción, ya que la experiencia nos dice que cuando llega ese momento es complicado conseguir ayuda porque la gente ya no está tan impactada ni tan afectada por lo que ocurrió, y es más difícil conseguir donaciones.
Además de por estos acontecimientos, la situación en Haití en este momento es más que dramática. Puerto Príncipe, la capital, y otras zonas del país están siendo capturadas por unas mafias que provocan terror en los habitantes. Estos bandidos están secuestrando a sacerdotes, pastores de otras iglesias, empresarios y ya, incluso, a cualquier ciudadano. Y no solo los secuestran, sino que los agreden física y sexualmente, y hasta llegan a matarlos, aunque consigan el rescate que piden. A esto se añade una fuerte crisis económica provocada por la falta de combustible. Los mismos bandidos llevan ya tres meses impidiendo que los camioneros puedan abastecer las gasolineras, así que el caos es tremendo. No solo los coches particulares están paralizados, sino también las ambulancias y otros vehículos oficiales que podrían ayudar a la gente. Además, empiezan a agotarse algunos productos de primera necesidad y, como me contaba el otro día mi compañero de equipo, la libra de arroz ya ha quintuplicado su precio. Todo el que puede está abandonando el país. Supongo que habréis visto las noticias… y quienes no pueden, se van a otras ciudades de provincia o a los campos, donde la situación no es tan peligrosa, aunque sí precaria y angustiante.
Sobre el proyecto Sin Papeles No Soy Nadie, está en plena ebullición, A lo largo de estos meses hemos seguido haciendo muchos pasaportes. Solo el día 3 de octubre, que fue la ultima vez que vinieron los de la embajada al batey, 198 haitianos depositaron sus expedientes para solicitarlo. Y no fueron más porque unas 20 personas tuvieron problema con su acta de nacimiento. Ya en este mes les hemos conseguido su extracto de nacimiento, así que ya lo están depositando.
Además, está viniendo mucha gente para que les ayudemos a renovar su permiso de trabajo, los cuales vencieron en el 2020, pero no pueden renovarse si no se dispone de pasaporte. Así que, a medida que les va llegando, comenzamos el proceso de renovación. Como pasa desde hace mucho tiempo con los pasaportes, viene gente hasta de muy lejos. No sé de qué manera se enteran, pero aparecen. El caso es que los abogados están abusando de las circunstancias y cobrando hasta 20 veces mas de lo que yo le pido que aporten.
Y, por si fuera poco, Migración está poco ágil con este proceso. De hecho, hay gente que depositó sus papeles para renovar hace más de un año y aun no les han dado la cita. Eso significa que están de manera ilegal en el país, y que tienen miedo de moverse mucho por si los deportan. Porque en eso sí que están ágiles los de Migración, especialmente después de un comunicado que ha sacado el presidente del país. Sin ir más lejos, esta mañana había varias camionetas en el batey persiguiendo gente para deportarla. Como os podéis imaginar, es una situación muy dolorosa.
Y, en medio de todo esto, me siguen llegando todas las semanas casos de gente que toca profundamente mi corazón. Como el caso de Dieuna, una mujer haitiana a la que ayudé a hacer su pasaporte y, en estos días, a renovar su carnet. Tiene dos hijos y vive aquí desde hace un tiempo con su marido. Pero éste hace meses que se gasta lo que gana en drogas, llega a casa, se violenta con ella y la golpea, maltratándola física y psicológicamente. Hace dos semanas, cuando vino a verme, traía un ojo morado y espantosamente hinchado. Ella estaba preocupada por sus hijos, porque él no le estaba dando nada de dinero para comprar comida. Quería encontrar un trabajo, a espaldas suyas, para abandonarlo y empezar de nuevo, sola con sus hijos. Sin embargo, cuando el viernes pasado vino a buscar los alimentos que le dije que le iba a dar, venia aterrorizada. Se ve que él la estuvo maltratando esa mañana de tal manera que decidió ir a la fiscalía a denunciarlo antes de que el termine matándola. No sé en qué terminaría el asunto porque ella no tiene teléfono y no puedo contactarla. Solo me queda esperar a que esta semana venga a verme a la oficina para contarme. En fin, ya os iré contando.
Bueno, pues me voy despidiendo ya. Prometo escribir tan pronto como pueda, aunque ya será en el nuevo año porque en diciembre vamos a celebrar nuestro Capítulo Provincial y prácticamente voy a estar fuera todo el mes.
Un abrazo grande para cada uno de quienes me lean y mis mejores deseos.
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana