Manoguayabo, 20 de marzo de 2016
Queridos amigos:
En el pórtico de una nueva Semana Santa, vuelvo a ponerme en contacto con vosotros deseando que os encontréis bien en todos los sentidos.
La verdad es que tuve que contenerme para no escribir hace un par de semanas y contaros las últimas noticias. Quienes me seguís mensualmente recordaréis que en la última carta os contaba buenas noticias sobre la “posible” operación de Odeta. Al final no todo fue tan rápido ni tan fácil, porque la cardióloga, en vez de darnos el ok para la operación, nos mandó al neumólogo. Casi nos da algo ese día… ¡teníamos tantas esperanzas de que todo fuera bien! Sin embargo, no fue para tanto. En las pruebas salieron cositas que suponían algún riesgo más de los ya conocidos, pero al final todos los médicos involucrados, con las debidas advertencias, aprobaron la operación. Ésta tuvo lugar el viernes 4 de marzo y el cirujano siguió demostrando que es un ángel.
Odeta fue la última en entrar en quirófano. Eran casi las 9 de la noche cuando oí que se abría la puerta y asomaba la nariz él en persona (cosa que no había hecho con ningún otro paciente) para notificarme cómo había ido todo y entregarme “la señal del triunfo”, como él mismo lo llamó. Se trataba de un frasquito con UNA de las piedras que le había sacado de la vesícula. ¡¡¡Más que una piedra era un pedrusco!!! Y había varios más… me dijo que había sido una operación bastante complicada, pero fue todo un éxito.
Supuestamente el sábado le daban el alta, pero al final no se la dieron hasta el martes. Fueron días de locos, yendo y viniendo del hospital, pero bueno, ya pasó. Esta semana hemos tenido cita con la internista y también con el cirujano. Le quitaron los puntos y la encontraron bien. Ciertamente todo esto parece un sueño que, después de dos años, se ha visto cumplido gracias a Dios. Ahora sólo falta que ella se esfuerce en hacer ejercicios que le permitan recuperar movilidad porque, ciertamente, eso es un problema grave que le genera demasiada dependencia.
También en estas últimas semanas hemos tenido que llevar a Julianita a varios médicos, porque se vuelve a encontrar fatal. La pobre viejita… lo lleva todo con mucha resignación, pero ya es seguro que también tiene piedras en la vesícula y no sabemos si una hernia. Mañana saldremos de dudas cuando nos den los resultados de la tomografía que le hicimos el jueves. Esperemos que salga negativo…
Pasando a otro tema, después de mandar la carta de febrero me di cuenta que se me olvidó contaros algo, a mi parecer, muy bonito. Ya veréis por qué. Parece ser que un misionero, en su afán de llevar material quirúrgico y para curas a la misión a que iba destinado, no tuvo en cuenta el peso de sus maletas. Llegó al aeropuerto y en el momento de facturar maletas le comentaron la cantidad que debía pagar por el exceso de equipaje. No podía hacer frente a ese pago, por lo que tuvo que desprenderse de parte del material. Antes de dejarlo, le pidió encarecidamente al operario del aeropuerto que el material no se tirara, ya que eran donativos de laboratorios y particulares para su misión y que, por favor, lo dieran a una ONG que pudiera dar buen uso del mismo.
El amable operario del aeropuerto lo puso en bolsas, lo metió en su coche a la espera de poder encontrar una ONG. Eran los días previos a la Navidad, así que fue a una tienda de juguetes con el fin de adquirir algún regalo. Allí se encontró con los jóvenes del Grupo Effatá de Sedaví (Valencia), que estaban empaquetando juguetes, a cambio de la voluntad, con el fin de recaudar fondos para el proyecto “Máquinas de coser para Pay” de KORIMA. Se acercó y les contó lo que hacía unas horas le había pasado y les preguntó si KORIMA podía hacerse cargo del material para mandar a algún lugar de misión. Desde el mismo centro comercial, los jóvenes de Effatá llamaron a KORIMA.
Era un sábado por la tarde y, además del ajetreo que tenían empaquetando juguetes, no quisieron dejar pasar la posibilidad que se les ofrecía de apoyar otro proyecto. Obviamente, por parte de KORIMA se aceptó el material y se asumió el compromiso de mandarlo a un lugar de misión. En unos días, una voluntaria llevó a la sede de la ONG todo el material. Se metió en dos cajas grandes y se enviaron para el proyecto “Son Nuestros Hermanos” el día 22 de diciembre. A mí me llegó a finales de enero.
Como todos sabemos, pasan muchas cosas malas en el mundo y hay mucha gente que hace mucho mal. Sin embargo, y al mismo tiempo, hay muchas cosas buenas, mucha gente buena haciendo cosas maravillosas que pasan desapercibidas a la mayoría de la población. Resulta que los enfermos del batey se están viendo beneficiados de una serie de materiales, gracias a la generosidad de mucha, pero que mucha gente: personas particulares y laboratorios que donaron el material, el misionero que hizo todo lo posible para que se le diera a una ONG, la buena voluntad del operario del aeropuerto que, sin tener ninguna obligación, asumió el compromiso, la buena disposición de esos jóvenes generosos que hicieron de intermediarios y, por supuesto, el siempre buen hacer de nuestra querida ONGD KORIMA. Es toda una cadena de buenas acciones que tiene grandes repercusiones. Y es que nunca podremos llegar a ser conscientes de todo el bien que podemos hacer con pequeños gestos. Me encantaría poder contactar con ese misionero para que se quedara tranquilo sabiendo que se está dando buen uso al material que consiguió, pero no creo que eso llegue a ser posible. Me conformo con dar gracias a Dios por su vida y a pedirle que bendiga abundantemente su trabajo misionero. A todos los demás que habéis formado parte de esta cadena, como probablemente alguno sí que me lea, MIL GRACIAS DE CORAZÓN. Son pequeños gestos como estos los que construyen Reino.
¿Qué más os cuento? Los niños de las clases de alfabetización siguen su proceso. A principios de febrero les dimos, por primera vez, un boletín de notas que confeccionamos. Hicimos entrega a los padres. Fue un momento muy bonito y emotivo poder darles a algunos resultados tan positivos. Estoy convencida de que algunos niños nunca habían recibido un reconocimiento delante de sus padres como el de ese día.
Como ya os comenté años anteriores, aquí febrero es el mes de la patria y se hacen muchas actividades en torno a ella. Nosotros, además de formarles en los valores patrios como se hace en todas las escuelas, organizamos un taller de tapitas. Desde noviembre les pedimos que fueran recogiendo las tapitas de las botellas de plástico, de tal manera que entre todos recopilamos muchas. El taller ha consistido en hacer la bandera a base de pegar tapitas. Y como la mitad de nuestros muchachos no son dominicanos sino haitianos, cada grupo hizo una de las banderas. Resultó una actividad divertida y dinámica.
También con motivo del mes de la patria, en la escuela nos decidimos a llevar a todos los niños, desde 1º a 8º, de paseo por la zona colonial, para ver lugares importantes para la historia del país. Fue toda una aventura sacar a tantos muchachos juntos, pero la verdad que la experiencia salió bien y ellos disfrutaron de lo lindo.
Hablando de niños, esta mañana, después de la misa de Ramos, fui a San Pedro de Macorís, a unos 100 kilómetros de aquí. El motivo era doble. Por una parte, para llevar a una hermana recién llegada a casa de sus padres, para pasar unos días. Por otra, porque allí está la institución “Nuestros pequeños hermanos”, donde están acogidos los hermanitos Sandro y Alfredo desde hace algo más de un año. ¿Los recordáis? Tenía ya meses que no los veía. Los he encontrado muy bien, perfectamente integrados en su nueva casa, sanos y saludables. Me ha encantado sentir al pequeño Alfredo mucho menos introvertido de lo que era y mucho más cariñoso. A finales de abril toca día familiar, así que intentaré formar un grupito para hacerles una nueva visita.
Por lo demás, andamos también haciendo papeleos para solventar dificultades burocráticas y conseguir las actas de nacimiento de varios niños. A ver si hay suerte…
Bueno, pues lo dejo ya por hoy. Os deseo a todos podáis vivir una Semana Santa intensa, profundizando en los misterios clave de la vida de Jesús. Eso sí, recordemos que no nos salva el dolor, sino el amor. Feliz descanso también a los que gocen de unos días de vacaciones, que siempre vienen bien para reponer fuerzas.
Un abrazo grande,
Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana